La selección venezolana de fútbol dirigida por Rafael Dudamel se enfrentará a sus similares de Perú y Chile, con la intención de comenzar a construir un sistema de juego sustentable para los procesos venideros y para probar a los jóvenes criollos que ascendieron desde la categoría Sub-20.

La renovación, como la llaman algunos, debe sobrepasar una simple elección de nombres de los jugadores del Sub-20 que consiguieron la clasificación al Mundial de Corea Del Sur y de desechar los nombres de los más “veteranos”,  sino de ir probando las capacidades de cada uno de ellos para detectar cuales son los aportes que le pueden entregar al equipo tanto individualmente como colectivamente.

No es simplemente calcular el promedio de edad de los jugadores convocados y comenzar a exclamar que la transición generacional ya está empezando,  sin pensar en que primero es necesario responder  ¿Cómo queremos jugar?,  para después comenzar a construir poco a poco un modelo de juego que funcione acorde a los interpretes con los que contamos y a los que queremos comenzar a producir desde las categorías inferiores, donde en realidad se debe de empezar a construir un plan.

El duelo contra Perú y la visita a Chile, más los cuatro partidos restantes de las eliminatorias,  deben ser evaluados por los comportamientos colectivos y las conductas individuales de los jugadores excluyendo los resultados,  teniendo en cuenta, que si el equipo consigue  desempeñarse de buena manera los resultados serán positivos. Hoy, por nuestra situación, ganar no nos acerca más al Mundial de Rusia 2018 pero comenzar a construir un proyecto y un sistema de juego nos aproxima al Mundial de Catar 2022,  que debe ser determinado como la meta principal del proceso de Rafael Dudamel apenas tomó las riendas de la selección nacional.

No se debe individualizar el proceso, no solo son los Herrera, Soteldo, Hurtado, Palmezano y Makoun, sino un proceso donde la Vinotinto tiene la responsabilidad de encontrar su identidad más allá de los nombres propios,  y de moldear un proyecto que nos convierta en un invitado habitual en las Copas del Mundo.