Los nuevos dueños de la Liga Mexicana de Beisbol llegaron y, rápidamente, echaron en juego lo que desde hace años cocinaban: dos torneos en un año, o sea, romper la tradición que desde hace 92 años fungía.

La principal explicación -o pretexto, llámese como desee- era hacer una liga más competitiva y que más gente fuera a los estadios. En el primer torneo de este año, fueron los mismos equipos que clasificaron a postemporada en la Zona Norte, en la Sur, solamente ingresaron los Diablos en el lugar de Pericos, a pesar de que estos últimos disputaron juego de eliminación.

Cierto es que la mayoría de dichos lugares para postemporada se aseguraron en la última semana, pero la emoción duró muy poco, días después de tener campeón, inició la temporada de otoño. Además, algo muy negativo y polémico ha sido que los peloteros de los ocho equipos no clasificados, no cobraron ni un centavo en las fechas de playoffs.

Con este doble campeonato por año, se ha perdido algo elemental al beisbol: la estadística. Es extraño y desagradable entrar a los portales estadísticos y ver los numeritos de un año partidos en dos.

Pero "todo sea por mejorar el espectáculo y la asistencia". Lo primero ha incrementado un poco, lo segundo no tanto. Contando los 434 juegos de la primera temporada y el mismo número de encuentros en el 2017, los números son los mismos. Si contamos el promedio por juego de 2017 que fue 4,678, y el 2018.1 que cerró en 4,831, la estadística creció; pero en los 186 juegos de este 2018.2, el promedio ha caído a 3,841.

En otro tema, la LMB decidió enviar un combinado de jugadores profesionales a los Juegos Centroamericanos en búsqueda del podio. Además de no ser necesario, no se cumplió el objetivo. Por increíble que parezca, el conjunto mexicano no logró colgarse medalla en Barranquilla ante selecciones semiprofesionales, siendo superado por Puerto Rico, Cuba (que siempre se presenta con profesionales) y el local Colombia.

Quienes cargarán con el fracaso son los jugadores y el cuerpo técnico dirigido por Enrique Reyes, naturalmente sí son los culpables, pues son los que juegan y dirigen las jugadas, además de que su apatía en el campo fue notoria en el transcurso de los juegos. Pero esto no exime a los que visten de traje.

El trato era que los equipos no se opondrían a que sus jugadores fueran a la justa centroamericana, pero algunos no cumplieron su palabra y bajaron del barco a sus peloteros, hasta el momento nadie ha “regañado” a nadie, por lo que las quejas a la LMB han sido constantes.

La nueva dirigencia de la LMB, encabezada por Javier Salinas, ha tenido dos turnos al bat, y hasta el momento se ha ido en blanco.