Bien se dice por ahí que los últimos serán los primeros, frase que se interpreta como que las malas rachas no duran toda la vida y que en algún momento, después de días, meses o incluso años dentro de la cueva, si la buscas, vas a ver la luz. 

En el fútbol la frase se aplica perfectamente cuando un equipo termina en los últimos puestos de la clasificación y después de una o varias temporadas lo ves levantar y dándole alegrías a su afición. En esta columna voy a basarme especificamente en el caso más reciente que ejemplifica esta metáfora, en el América

Los aficionados americanistas fueron testigos de una sequía de casi 8 años sin un campeonato. Sin lugar a dudas fueron 8 difíciles años en los que se vivió de todo. Desde últimos lugares generales, torneos sin liguilla, una final perdida (ante Pachuca en el 2007), eliminaciones en semifinales y un gran desfile de entrenadores, así como de jugadores que tuvieron pasos fugaces por el equipo. También se vivieron muchas derrotas en clásicos y una verdadera tragedia, la de Salvador Cabañas. 

La afición, claramente dolida, enfadada y siempre expectante, esperaba con asias el regreso de las Águilas a la grandeza, a lo que dictaminaba la historia. Sin embargo, no se veía cómo. El momento crítico, en el cual todo iba a cambiar, llegó en el 2011, cuando se hace una restructuración completa de directiva y cuerpo técnico en el club. Llegando Ricardo Peláez, exjugador americanista y cuestionado por su pasado chiva, como Presidente Deportivo. Yon De Luisa, regresando a Coapa, como Presidente Operativo, y en la dirección técnica un entrenador en busca de revanchas, Miguel Herrera. 

Miguel tomó al equipo en el penúltimo lugar general, con un vestidor roto, jugadores en mal momento y con la exigencia a tope. Su trabajo se vio desde el primer torneo al frente del equipo, llegando hasta semifinales. Se valoró la notable mejoría del equipo y se le respaldó como DT para el próximo torneo. Ya en su segundo torneo, el América se veía bien, jugaba dominando un estilo y pintaba para cosas grandes. Pero se quedaron a un gol de pasar a la final y fueron eliminados por el Toluca en semifinales. La gente pedía la salida del 'Piojo', pero se decidió por darle continuidad una vez más. 

La tercera sí fue la vencida para Miguel Herrera y el América, luego de vencer en una final inolvidable al Cruz Azul con una remontada histórica en los últimos minutos del partido de vuelta, para después imponerse en penales. El América fue campeón y con todo lo que la palabra conlleva, premio al esfuerzo, trabajo y a la continuidad de un proceso. 

Y es así como el equipo que estuvo en la sombra por algunos años logró ver la luz, aún con una intensa lluvia y un cielo cerrado, ante más de 90,000 almas americanistas que no dejaban de cantar en el Estadio Azteca. Los últimos fueron los primeros.