La selección mexicana se encuentra en un punto de su desarrollo futbolístico en el que es crucial encontrar un sistema que se ajuste a las características futbolísticas, ideológicas y físicas del futbolista mexicano. En los últimos años hemos pasado del 5-3-2 de Ricardo La Volpe al 4-4-2 de José Manuel de la Torre. No hay una identidad en la selección mexicana absoluta ni en categorías inferiores, no hay una línea clara que se deba seguir en un futuro. Ahora empieza una nueva etapa con Miguel Herrera en la que se vuelve a poner el 5-3-2 como punto de partida y ahí, Rafael Márquez es una parte crucial para que todo funcione.

En el 5-3-2 de La Volpe, la central era la parte más potente del equipo. Con Osorio-Márquez-Salcido, esa zona del campo brindaba las mejores sensaciones. Tanto en defensa como en ataque. Qué fácil es la salida del balón cuando tienes a Rafael Márquez -jugando en el Barça- y un par de laterales jugando en la central. Salir jugando era un don de aquel equipo que maravilló a Pep Guardiola durante dos veranos consecutivos en Alemania.

Rafael Márquez es el encargado de salir jugando con el balón. Ahora, “El Patrón” vuelve a la selección para ser el capitán, y uno de los líderes, del equipo de Miguel Herrera. La idea es más o menos la misma que con La Volpe, un 5-3-2 con un mediocentro de piernas capaces, un par de interiores polifuncionales y dos carrileros profundos. Una diferencia entre aquel equipo de 2005/06 y el de ahora es que la calidad está en otra parte -al menos en esta lista del medio local-, Miguel no tiene un par de acompañantes para Márquez a la altura de Osorio y Salcido. Maza Rodríguez y Valenzuela no pueden ejercer esa responsabilidad de salir con el balón controlado como hacían Ricardo y Carlos. Aquí entra Rafa, sin otras opciones -Layún y Aguilar son deficientes sacando el balón- él es el encargado de salir con el balón en los pies. Afortunadamente, ha encontrado en Juan Carlos Medina un aliado en quien descargar con rapidez y facilidad.

Otro punto alto de las aportaciones de Márquez son los balones largos. Trazos como el que da pie al tercer gol de México contra Nueva Zelanda obligan a considerarlo entre los tres titulares rumbo a Brasil. Es un atacante más a 70 metros de la portería rival y eso implica serlo sin descuidar el aparato defensivo. Esa condición que tiene él -y sólo él en la selección mexicana- es necesaria en un equipo que abraza el 5-3-2 como su sistema predilecto.

Desde que se oficializó su regreso al Tricolor, sus compañeros aplaudieron la vuelta del Patrón. En el plano emocional, el tricolor pedía a gritos que algún jugador se hiciera con el gafete de capitán después de que ni Jesús Corona ni Memo Ochoa dieran el ancho y que Carlos Salcido huyera a ese compromiso. Ahí surge de nuevo la figura de Márquez que de capitán tiene mucho y de líder mucho más. Tan pronto se le convocó de nuevo, sus compañeros celebraron la decisión y pidieron para él el brazalete de capitán.

La función principal de un central es defender y ahí es donde dejan dudas los 34 años de Rafa, en el 1 contra 1 no es de los mejores del mundo y, quizá, ni siquiera de los mejores en la Liga MX. Además su edad y constantes lesiones le han restado mucha de la poca velocidad que llegó a tener en sus mejores días, vestido de azulgrana. México jugará contra arietes muy potentes. Todos los equipos que son cabeza de serie tienen, al menos, un 9 que vencería fácilmente a Márquez en duelos individuales, y la cosa no pinta mucho mejor con los equipos del Bombo 2 y 3.

Héctor Moreno será titular en Brasil salvo lesión, el otro puesto estará condicionado por los minutos que dispute Diego Reyes en lo que resta de la temporada. Parece que ambos serían los escoltas (nunca mejor dicho) de Rafael Márquez. Si se logra sellar el aparato defensivo alrededor de él se podrían potenciar sus virtudes y esconder los defectos que tiene el patrón. Miguel Herrera ha demostrado confianza en él y el grupo también, ahora habrá que arroparlo de la mejor manera.

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Sobre el autor
Ricardo Galindo Domínguez
Del 93 como el debut de Ronaldo, la República Checa, I Will Always Love You de Whitney Houston y la toma de posesión de Bill Clinton. Amante del deporte y el pensamiento, adicto a la música -británica-, gallagherista y turnerista.