Por la mañana Gustavo Ambrosio, colega reportero del diario Milenio, hacia un análisis de los apostadores mexicanos, eso que siempre cada juego les gusta poner una suma de dinero en la mesa para “hacer más interesante el partido” o simplemente por la desfachatez de ganar dinero de una manera “fácil”. En su reporte, Gustavo explica cómo hasta el máximo aficionado azteca reúsa apostarle a México su quincena y es que claro, cualquier ser racional que se llame a si mismo conocedor del futbol sabe que nunca, pero nunca, hay que apostar en contra del poderoso Brasil, a menos que quieras pasar por estúpido o, por lo menos tonto, pero ¿Por qué?

La respuesta a la interrogante es obvia, Brasil ha hecho del juego de futbol un arte, la pelota pasa por los pies de un brasileño como si se fundiera la pintura al oleo en un pincel mientras la cancha se vuelve el lienzo de aquel autor que firma su trabajo con una sonrisa, cínica pero complaciente que nos dice “Joga bonito”.

Primer error.

Si bien Neymar se ha convertido en el prócer heredero de Ronaldinho, el actual cuadro amarillo se encuentra ya muy lejos de la clase y estilo artístico que desplantaban aquellos artistas del campo, en cambio, los jugadores han adquirido fuerza y empuje en su ataque, muestra de ello es la masa de músculos Hulk quien aprovecha su cuerpo para convertirse en un ariete natural que hace pedazos la defensiva rival.

Jesús Rodríguez, analista, compañero y amigo de Vavel México, muy acertadamente comentaba en relación del México-Brasil, “presumirle a Brasil una medalla de Oro es como presumir una torta a quien tiene caviar”, claro está, el poderoso pentacampeón del mundo, el máximo ganador en la historia de los mundiales, cómo pensar que México puede siquiera aspirar a ganarle.

En realidad este Brasil no ha ganado un Mundial

La última vez que el Scratch du Oro ganó una Copa del Mundo, el capitán Silva tenía 19 años al igual que el defensa Álves, Fred 18, Neymar y Oscar 10, Hulk 15 junto con David Luiz y Marcelo, Paulinho 13, el de más edad era Julio Cesar quien ya tenía sus buenos 22 años.

Desde el ya lejano 2002, Brasil ha perdido grandes figuras como Ronaldinho, Kaká, Roberto Carlos, estrellas con las cuales quedaron cuartos de final de Alemania 2006 al ser eliminados por la Francia del mago Zinedine Zidane.

En 2010, Sudáfrica fue muy indolente con el pentacampeón, otra vez en cuartos de final Holanda rindió cuentas de los cariocas que después de un mundial entre azul y buenas noches despidieron a toda una generación de jugadores.

Para la copa del mundo que organizarían en casa la crisis de futbol más grande que aquejaba a Brasil acusaba recibo, por lo que se decidió llamar a, Luiz Felipe Scolari, el último técnico campeón al banco de la escuadra carioca, no obstante, aún bajo su mando, Croacia evidenció nerviosismo y dudas de un Brasil que tuvo su mejor aliado en el silbante nipón.

Dejar de lado la Copa Confederaciones que ganó Brasil en 2013, volvería mi comentario como un cantar de ardidos, si no es que ya lo ha convertido, y es que, claro, que mejor partido para aterrorizar a los mexicanos que aquella final Brasil-España, los locales le pasaron por encima a la ‘Furia Roja’ como ante sala de un desastroso inicio de mundial para los ibéricos y allí no hubo ayuda del árbitro, tampoco, nerviosismo, ni jóvenes de diecitantos que veían ganar a su nación una Copa del Mundo, la Confederaciones 2013 es el punto de toque de esta crítica.

Pero no todo fue dorado en la Confederaciones

Casi como una maldición, México se metió al grupo del anfitrión, para variar, así que por lógica se enfrentó a la Selección de Brasil, Fortaleza fue y será el lugar donde se verán las caras, en aquella ocasión, los cariocas se enfrentaron a una de las más débiles versiones de los verdes, la Copa Oro, la pésima eliminatorio, eran solo muestras de una enfermedad con nombre, apodo y hasta apellido. Con gol de Neymar al arranque y Jo al cierre, México cayó por 2-0.

No obstante, aquel grupo apático de jugadores logró hacer sufrir a Brasil, México estuvo a punto de empatar en más de una ocasión, quizá si hubieran traído la inercia de celebración que les ha dado la afición y la motivación de jugar un Mundial, se hubiera pasado de la fase de grupos, e incluso, se hubiera al menos haber empatado con el dueño de la casa.

La leyenda, tradición y mística que invade a Brasil ha hecho que la Canarinha sea amada, respetada y temida donde quiera que esté, no por nada, Brasil y Argentina juegan de locales donde sea que estén, pero la afición mexicana también planta cara en todos los estadios del mundo, apoyando a su selección a donde vaya, el futbol nacional también ha crecido a la par de los fieles a la playera verde y muy lejos se está de las derrotas monumentales ante los grandes equipos.

No me dejarán mentir si les cuento las grandes faenas que nos hicieron llorar en Alemania 2006 o Francia 98, los duelos de tú a tú contra los grandes del futbol, esos en los que los jugadores se arroparon con el coraje de Blanco, el ‘Matador’ o el ‘Emperador’ Claudio para, por 90’ minutos, hacernos soñar con la gloria, como en aquella final de la Confederaciones en que el himno nacional retumbó en los rincones del mundo y llegó hasta Londres.

Mañana México saldrá a Fortaleza abajo en las apuestas pero quizá, el día de mañana las estadísticas e historia que aplastan a la Selección nacional podrían cambiar un poco y cuando se vuelvan a ver las caras los amarillos y los verdes, podrían hacer que la gente dude un poco más de a quién encomendar su dinero.