El Club Guadalajara sigue sin afianzarse como un equipo sólido en este torneo Apertura 2014 y, para esta nueva fecha, estará enfrentando un partido muy peculiar que, contrastando con su historia, resalta su realidad actual. Una triste realidad en donde su prioridad a corto plazo es muy clara: evitar el descenso.

Aunque el presente de Chivas da para pensar que su penoso accionar parece no tener fin e incluso hace olvidar los buenos viejos tiempos, el siguiente encuentro, dado su rival en turno –Puebla–, invita a recordar al último Guadalajara verdaderamente competitivo que se ha visto en la liga mexicana; aquel Guadalajara del ya no tan cercano Bicentenario 2010.

Tras un decepcionante Apertura 2009 en donde Chivas pasó por muchas penurias, llegando a recurrir hasta a tres técnicos diferentes para aspirar a una posible liguilla –y quedándose fuera en la última fecha–, el equipo jalisciense encararía el nuevo torneo con sed de revancha.

Para el Bicentenario 2010, el Rebaño contaba con una base sólida y cimentada en figuras de su último campeonato –como Adolfo Bautista, Alberto Medina y Omar Bravo– así como con otros nuevos talentos de su cantera que, para dicha competición, ya tenían que dar el salto y convertirse en jugadores importantes para el club –como Xavier Báez, Edgar Mejía y, principalmente, Javier Hernández–. Asimismo, se le había dado la confianza a José Luis Real para seguir en el timón y había esperanza de un renacer que diera alegrías a su afición.

Una sólida base (Bautista, Medina y Bravo) anclada en la sapiencia de J.L.Real

El torneo empezó bien y, con gran actuación de Chicharito Hernández y Venado Medina, Chivas derrotó a Toluca por marcador de 3-1. Para la fecha 2, Tigres fue la comparsa y, con un Hernández enrachado, del Volcán se sacaron otros tres puntos. La primera complicación llegó ante los Tecos en un partido que se había ido abajo por dos goles, pero el encendidísimo Chicharito marcó su tercer doblete del torneo y Guadalajara le dio la vuelta al marcador para terminar 3-2. Aquella perfección de los tres primeros juegos, con dos goles de Alberto Medina y seis de Javier Hernández, ya hacía vislumbrar un potencial suceso histórico.

La Corregidora de Querétaro fue el escenario de la cuarta victoria rojiblanca y, en el regreso al Jalisco, Chicharito anotó su octavo gol del campeonato para generar la brillante cosecha de 15 puntos de 15 disputados. Pachuca tampoco resultó complicación y, aun cuando Hernández se fue en blanco por primera vez en el torneo, Xavi Báez marcó el tanto para poner a su equipo en la antesala de la historia con sus seis triunfos hasta el momento.

Guadalajara llegaba a su séptimo encuentro del torneo tratando de hacer algo inédito en la era profesional de la liga mexicana y conseguir siete victorias en sus primeros siete partidos disputados. Una hazaña tan complicada de lograr que, aun en la era amateur, solo fue conseguida una vez –por el Marte en la Temporada 1928-1929–. Para ello, solo tenía que derrotar al Puebla.

La Franja no fue ningún flan aquella noche en el Estadio Jalisco. Los dirigidos por José Luis Sánchez Solá, llegaban a Guadalajara con la firme intención de aniquilar la esperanza del récord y complicaron las cosas de manera seria. Chivas se fue arriba con un gol de Adolfo Bautista, pero los Camoteros respondieron con un gol de Hérculez Gómez. A partir de ahí, otro gol del Bofo y uno más de Báez, parecían dar la estocada irreversible que abría las puertas de la historia.

Cuando todo parecía finiquitado, un gol a balón parado de Marcelo Palau acercó a los Camoteros. Con el marcado 3-2, aún a favor del Rebaño, a cinco minutos del final, Puebla parecía amargar la noche con la anotación que representaba el empate, cortesía de Roberto Carlos Juárez. Para fortuna de los jaliscienses, en una decisión trascendental, el abanderado juzgó la posición del jugador poblano como fuera de lugar y, ahora sí, nada impidió el récord rojiblanco.

El sábado 20 de febrero de 2010 se volvió un día histórico para el fútbol mexicano. El Rebaño consiguió 24 puntos de 24 disputados y entró a los anales de la historia como el equipo ‘más perfecto’ del fútbol mexicano. Un récord que, para hacerse todavía más complicado de romper, se extendió a ocho triunfos, cuando se derrotó al San Luis en la siguiente jornada.

La historia a partir de ahí es por todos conocida; el Chicharito emigró, el Bofo y el Venado se apagaron y Chivas hoy sufre y añora esos tiempos tan agradables. La tarde del domingo, cuando se dé el pitazo en el Omnilife, Guadalajara estará viviendo una realidad diferente. Y, aunque suene muy alarmista –tomando en cuenta el aún largo camino antes de decidir al descendido–, así como Puebla fue el trampolín para dicha historia de éxito, también puede ser la primera piedra para la historia del fracaso.

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