El partido llegaba en medio de expectación, tal vez era el morbo de ver a los dos equipos que habían disputado la última final del futbol mexicano, aunque esta vez habían cambiado muchas cosas empezando por el marco que rodeaba a este partido de fecha 4. La directiva americanista desistió de la promoción que venía manejando para a sus aficionados y esta vez resultó imperceptible la promoción lanzada que constó de permitir el libre acceso a apenas 5mil niños en zona general del estadio, una mínima cantidad si se toma en cuenta la inmensidad del estadio y por su puesto la numerosa afición de las Águilas.

Esta vez no había una copa de por medio, tampoco el inminente cese de un técnico, al contrario, la naciente era matosas se presentaba por tercera vez en casa durante el actual torneo. Comienza el juego y los siempre fieles 40 mil asistentes en el Coloso de Santa Úrsula fijan su mirada en el trabuco que América armó como delantera, las primeras llegadas dan la impresión de poder desarrollar un juego de muchas anotaciones, los locales se muestran tranquilos pues en Coapa hay un arsenal línea por línea que si bien no ha terminado de encenderse el proceso de ensamblaje parece ir por buen camino.

En la cabecera sur apenas pueden percibirse camisetas provenientes de San Nicolás, esta vez no hubo la clásica amenaza de “invasión”, el número en que acudieron los seguidores felinos volvió a ser el habitual con el que se concurría antes de adquirir cierto protagonismo consiguiendo su último campeonato hace algunos años,  la visita hizo su entrada de manera sigilosa, sin banderas que se izaran con el orgullo que todo portador de una camiseta de futbol posee por naturaleza, al parecer los felinos ya forman parte de ese gran listado que ha osado en minimizar la grandeza del club más ganador de México y también el más importante, tigres ahora forma parte del listado que tiraron un par de piedras al titán y terminaron sepultados con secuelas irreversibles, muestra de ello la poca confianza reflejada en las tribunas tanto de local como de visitante.

Por otra parte los aficionados locales acudieron como cada temporada, sumando un promedio de 45,000 almas, promedio que coloca a la afición azulcrema entre las 3 de mayor convocatoria a nivel continental. Esos 40mil que aplauden, gritan  y alientan en todo momento entonaban el grito de “Campeón” como si para los extraños les fuera fácil olvidar la manera tan avasallante con la que América se corona y da vueltas con la copa al cielo. Las banderas se ondean con el orgullo de representar al que ganando o perdiendo nunca deja de ser protagonista, por eso en la tribuna norte se ondean banderas con una gran corona que está en Coapa, lugar al que pertenece y pobre del que intente sacarla de ahí.

El único grito de la tarde llegó tras un cabezazo de Darío Benedetto que agarro a contrapié al arquero visitante que nada pudo hacer para beneplácito de la hinchada que acudió al Coloso para ver al campeón que salió del recinto de Tlalpan insatisfecha pero con el sentimiento intacto que posee todo seguidor fiel y con la confianza de ver en todo su esplendor a ese equipo que pinta para ser avasallante, por ahora tendrán que ser pacientes pues todo cambio conlleva un proceso, proceso el cual debe seguirse por el amor a los colores.