Oswaldo Javier Sánchez Ibarra es uno de esos arqueros que han escrito con letras de oro su historia bajo los 3 palos, durante su extensa carrera futbolística en el balompié azteca. 

Surgió en la generación dorada del Atlas, después pasó sin pena ni gloria por el América, para sorprender a propios y extraños y llegar al Guadalajara en el Verano 2002. Su paso por los dos acérrimos rivales no fue ignorado por la afición rojiblanca, pero Oswaldo supo revertir la situación. 

Romance Chiva

Con el paso de los partidos, las buenas actuaciones se hacían continuas, y ya para entonces, el guardameta era factor en casi cada fin de semana. Eso le dio el mote de "San Oswaldo", un líder anímico, un líder moral, un líder deportivo dentro y fuera del vestuario.
Se consolidó y por fin cumplió su sueño de jugar un Mundial, en quizá su mejor año como arquero del Chiverío, aunque uno de los más amargos en su vida personal tras el deceso de su padre. 
Al regreso del Mundial Alemania 2006, Oswaldo se coronaría con el Guadalajara el 10 de Diciembre ante Toluca, con un gol inolvidable de Adolfo Bautista. 
Esa tarde, bajo el calor abrazador del Nemesio Diez, se consagraría su leyenda, esa misma que aún le cobija entre los aficionados rojiblancos, que tuvieron que pasar el trago amargo de ver a su ídolo emigrar apenas levantó la copa.

Vestido de Guerrero

Para el Clausura 2007, Oswaldo ficharía por Santos Laguna, ante el repudio de su ex afición, que lo tildaron de mercenario, y olvidaron por varios años las glorias que les hizo vivir. Pero el paso del tiempo probaría que el arquero se mudó a Torreón sólo para conseguir más gloria, para acrecentar su leyenda: consiguió coronarse en dos ocasiones y obtuvo también tres subcampeonatos.

Su regreso al Jalisco 

En su primer partido enfrentando a Chivas en el mítico Estadio Jalisco, recibió el desprecio de su otrora hinchada fiel. Le lanzaron billetes y le entonaron cánticos alusivos a su preferencia por el dinero y no por el amor a sus Chivas.

Nunca se supo si Oswaldo se fue por temas económicos o por diferencias con la directiva, en específico con Jorge Vergara; lo cierto es que la afición le reprochó con energía haberse ido del club que él mismo proclamó ser el de sus amores.

Ahora, en su reciente retiro, la afición del Rebaño se hizo presente en las redes, esta vez con halagos, con admiración, con respeto al que algún día les regaló noches mágicas de fútbol bajo los postes. Su pasado tiene huellas atlistas y americanista, pero no se le identificará tanto como se le hace con Santos y principalmente con Chivas, equipo en el que se convirtió -irónicamente- en el Santo de más de la mitad de los aficionados al fútbol en el país.

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Sobre el autor
Eduardo  Horta G
Escribo para VAVEL México, para El Ciudadano, y para Memorias de un migrante. Escribo para vivir y vivo para escribir. Amante de la lectura, pero sobre todo; un soñador sin remedio.