Era el Clausura 2006 y Pumas de la UNAM no tenía rumbo fijo. La continuidad que le habían dado a Miguel España como técnico no funcionó y la crisis de resultados explotó a cinco partidos de terminar el torneo. Simplemente era salvar un barco que se estaba hundiendo de forma estrepitosa. El plantel, con elementos que todavía llegaban del glorioso bicampeonato, estaba teniendo una baja considerable de nivel.

Fue ahí donde la directiva, en un momento de no encontrar un técnico adecuado que quisiera sacar los últimos encuentros, decidió poner al auxiliar en turno de España al frente del equipo: Guillermo Vázquez. El ex jugador, que regresaba por la invitación de su compañero en la época de los ochenta, no dudó en aceptar el cargo ofrecido.

Foto: Agencias

El primer partido tuvo una leve mejoría. Le ganó 2-1 a Jaguares de Chiapas que venían embalados y con una ofensiva peligrosa que comandaba Salvador Cabañas y Carlos Ochoa. Pero el siguiente partido era de alto riesgo, y para el novato estratega podría haber sido de mucha carga mental. Las Águilas del América, el odiado rival, esperaban hacer trizas a unos universitarios que seguían tambaleándose.

Era Memo el hombre que les había inyectado adrenalina para ser mucho más agresivos y mejor parados en la ofensiva.

Unos azulcremas que en sus filas tenían a Kleber Boas, Christian Giménez, Germán Villa y Claudio López eran cosa difícil. Pero Pumas, con la última temporada de Bruno Marioni, Joaquín Botero y Gerardo Galindo en el plantel, tendría uno de sus mejores partidos de muchos años y aniquilaría a un equipo que daba miedo por los nombres de su ofensiva.

El primero gol llegó a los 23’ por parte de José Luis “Parejita” López en un excelente pase de Botero. Los hombres del experimentado Manuel Lapuente trataban de parar a unos auriazules que tenían una cara totalmente distinta al planteamiento defensivo de España. Era Memo el hombre que les había inyectado adrenalina para ser mucho más agresivos y mejor parados en la ofensiva.

Pero el encuentro no debería de ser tan fácil y en el segundo tiempo, al 60’, Ismael Rodríguez empataría. El Estadio Azteca se cimbró con la anotación y los fantasmas de la temporada de Pumas volverían en esos instantes, pero los del Pedregal no renunciarían a obtener un buen resultado y diez minutos después, el símbolo Bruno Marioni, volvió a conectar un cabezazo certero que batió a Armando Navarrete para el 1-2.

Foto. esmas.com

Y faltaba la estocada final. Un tiro libre perfectamente cobrado por el canterano Israel Castro ponía las cifras definitivas en el 85’. Victoria contundente y a unos pasos de incluso calificar, aunque el ritmo de los competidores del grupo de los universitarios ya no lo dejó remontar, sin embargo, Vázquez evidenció que llegaba con ideas frescas al equipo.

Su oportunidad fue truncada por la llegada de Ricardo Ferretti, pero el brasileño lo pidió como auxiliar, también. La historia le vendría mejor a Memo para los años venideros, incluso mejor de lo que pensaba al aceptar el bomberazo.

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