Para los Pumas de la UNAM y las Águilas del América el duelo que dispután cada torneo significa mucho más que sólo un partido, representa el triunfo sobre el rival y uno de los puntos cruciales para el diagnóstico final de las temporadas de cada uno. Un torneo bien jugado pero cayendo en los clásicos, no es en realidad tan buen torneo para la afición y por ende, para las instituciones.

En lo que respecta a los felinos universitarios, este partido será crucial para perfilarse dentro de sus posibles aspiraciones en el certamen: puede significar el resurgimiento de los ánimos y la pasión entre los hombres que visten el azul y oro, el entrar en el deseado encarreramiento para colarse en la liguilla y trascender en el torneo, tal y como lo fue el año pasado cuando con el regreso de Guillermo Vázquez el equipo le dio un giro a su rumbo justo frente a los emplumados en torneo regular, aunque a la postre cayesen eliminados por posición en la tabla frente al mismo odiado rival.

Las estadísticas

En los últimos 45 enfrentamientos (el histórico de enfrentamientos en torneos cortos), los números –siempre señalados y acusados de fríos, insensibles– favorecen a las Águilas, ave que ha logrado derrotar en 17 ocasiones a los felinos, que sólo han podido hendir sus colmillos en la carne de los alados en 14 enfrentamientos, el mismo número de veces que las escuadras han igualado en el marcador.

De este modo, en los último dos torneos los enfrentamientos han visto al América eliminar a los Pumas de la liguilla, a la vez que los de corazón azúl y piel dorada reconvertirse y revertir el panorama que se les planta al frente en los momentos álgidos y de presión que ebullen en la fase regular:

En el Clausura 2014, cuando los Pumas eran dirigidos por José Luis Trejo, lograron romper la presión que asfixiaba el entorno auriazul, en medio de presiones y reconstrucciones, con un marcador de 3-1 que le permitió al estratega permanecer en su puesto por más tiempo.

Para el Apertura 2014, con Guillermo Vázquez a penas retomando las riendas de un equipo que parecía ir en picada en un abismo, los Pumas sorprendieron a propios y extraños venciendo al que sería campeón, en su casa, ganando con un gol de Dante López en el Estadio Azteca, reivindicándose con su afición.

Pese a todo, el marcaor más veces repetido ha sido el 1-1, con el 23% de la veces en las que se han enfrentado, un fiel reflejo de la igualdad de fuerzas que se presenta cuando miden sus músculos ambas escuadras en un choque de orgullos y pasión.

El Aquí y el Ahora

Para el presente torneo los Pumas llegan como decimosexto lugar en la clasificación general, con tan sólo 5 puntos en 6 partidos, reviviendo viejas angustías y fantasmas de la derrota que se han sentido tan cercanos en los últimos certamenes nacionales.

De igual manera, los universitarios son la segunda peor defensiva, con 12 goles permitidos, pese a tener a un estratega que se precia por hacer goles y recibir pocas anotaciones; todo esto podría adjudicarse a un vaivén veleidoso en los ánimos dorados, faltas de concentración en momentos cruciales que definen los partidos, particularmente los cierres.

Por otro lado, el América arriba como el 5º lugar de la general, luego de que trasnitoriamente hubiese habitado el liderato y los puestos de honor durante el presente torneo y que los resultados de la jornada lo colocasen en dicho puesto con 11 unidades, misma cantidad de goles anotados, que los ubican en el segundo peldaño del posicionamiento de las ofensivas.

La cantidad de goles que han logrado marcar los cremas es facilmente atribuible al peso ofensivo y quilates de sus delanteros, un plantel basto y con blasones de cara a la portería, con Oribe Peralta como el comandante y estrella de las redes, con el apoyo cercano y crucial de Darío Benedetto y Darwin Quintero en el engranaje y funcionamiento del ataque.

Así, pese a todo, las estadísticas, los número e incluso los recuerdos se verán reducidos a un polvo vaporoso en el corazón de las aficiones que presenciarán un acto más del deporte que le apasiona y puede desembocar en lo menos pensado, haciendo de ello su belleza: la angustía, la pasión, la estética de la competencia deportiva que sutituye la guerra por vencer al rival y ser mejor con suficiencia, dejando en claro la superioridad y capacidad sin que realmente nada sea seguro.