Pumas de la UNAM sigue sin entender que las victorias tienen que ser importantes en su casa y, ahora, sumidos en una crisis de resultados vuelven a perder y con el odiado rival, las Águilas del América por la mínima diferencia, quien no hizo demasiada diferencia para llevarse un encuentro que parecía igualado en todos los sentidos.

El Estadio Olímpico Universitario se vistió como pocas veces en los últimos años. Las mayoría que era auriazul llenó las gradas e hizo la mejor entrada de la temporada, todo frente a un fuerte dispositivo de seguridad que aguardaba a dos de los grupos de animación más férreos y peligrosos del futbol mexicano, quienes tienen un odio más allá de lo deportivo.

Guillermo Vázquez volvió a hacer ajustes en su alineación y puso a Silvio Torales de titular. Por su parte, Gustavo Matosas no cambió mucho de su esquema, dejando arriba a Benedetto y Oribe Peralta en su punta. Las piezas estaban listas para un buen espectáculo con, por lo visto en las fechas pasadas, muchos goles.

Pero con el silbatazo inicial y los dos equipos perdiendo el balón de forma frecuente, los primeros minutos fueron un maremoto de fallas frente al arco de los dos equipos. La más clara fue un mano a mano entre Herrera y Muñoz que no pudo definir el canterano universitario. Moisés se convertía en el héroe azulcrema en esos momentos.

Los visitantes tuvieron un partido muy irregular. Perdían balones en media cancha, no daban buenos pases y sus ofensivas eran por balones largos. Los universitarios se acompañaban mejor, pero la última toma de decisiones siempre era fallida. El primer tiempo se fue con el sinsabor de la afición de que se podría ver mejor futbol de ambas escuadras.

Para el segundo tiempo las cosas no cambiaron, aunque un simple error definiría el partido. Al 51’ un contragolpe americanista tuvo a Sambueza rematando y Saldívar desviando, pero el rebote terminó en Benedetto que apenas pudo chocarla para mandarla a las redes. Una alegría americanista frente a una hinchada que no podía volver a creer que le sucediera una derrota como local.

Las piezas se movieron y los cambios de Ramis y Britos quisieron explotar más el encuentro. Pero Pumas volvía a la senda de los errores groseros con un mano a mano de Dante y Muñoz. El primero simplemente no tuvo recursos ni imaginación y disparó al centro para que el cancerbero azulcrema la atajara. No hubo más que fallos hasta el término del encuentro.

Es así como los tres puntos quedaron asegurados para América y para Pumas muchas conclusiones que ya se tenían pero ahora se confirman. Lo mejor de los aurizules el día de hoy es su afición, aquella que es fiel pero al mismo tiempo exigente, y que, al contrario de los hombres que están en la cancha, no saben fallar a la hora de los momentos importantes.

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