América en los últimos años ha sido un sube y baja de emociones, casi como pasar del éxtasis a la agonía. Muchos adjudican el éxito de los últimos tres años a la gestión de Ricardo Peláez, otros directamente al actual seleccionador nacional -Miguel Herrera-, sin embargo, yo no me olvido de aquel ícono que armó la base de lo que hoy es un proyecto de futbol exitoso, alguien que si bien no debutó a Diego Reyes en primera, le dio juego, confianza, en pocas palabras: pulió la joya de casa, además de rescatar de un inminente retiro a Juan Carlos Medina, traer al histórico tricampeón de goleo “Chucho” Benítez y, por si fuera poco, apostó todo por el mejor “5” de México hoy en día, Jesús Molina.

Hace algunos años tuve la fortuna de conocer al extranjero más rentable, más emblemático y sobre todo más icónico, no sólo para el América, sino para el futbol mexicano en general, Carlos Reinoso, quien me recibía con un gran abrazo como si nos conociéramos de toda la vida. De camino a mi destino charlamos del club y su historia, yo no podía creer que estaba hablando con semejante leyenda, yo le hablaba de la época del “Profe” Roca y de aquel gol mítico que le encajó a Boca Juniors, me miraba con cierto asombro y después de eso pronunció unas palabras que me dejaron sorprendido, dijo algo como: “Me da gusto conocer gente joven como tu Hazel, que sabe lo que realmente es América, muchos me faltan al respeto porque dicen que ya soy viejo”, de momento no supe qué decirle, preferí seguir hablando de la pasión que genera el azulcrema y lo mucho que admiraba a semejante titán con dorsal “8” .

Después de todo esto me acordé de la manera en que salió del club, en medio de polémica y un poco accidentada, ante la cual pocos americanistas se mostraron inconformes, lo cual me dolió tanto como su salida; sí, la indiferencia de la gente ante tan triste desenlace. De inmediato, recordé el escándalo más reciente en el seno Águila, cuando separaron a un jugador del plantel -Paul Aguilar- y la gente priorizaba el clamor de cese al técnico en turno, por encima de la Final a jugarse en escasos días, pero ¿cuando cesaron a Reinoso, por qué nadie dijo nada?

¿Qué pensarán aquellos que menosprecian a las leyendas? Tal vez no saben que ellos formaron el escudo de América, tal vez no saben que ellos ganaron todo como jugadores profesionales siendo hinchas a la vez, tal y como me lo dijo el Maestro: “Si por mi fuera, yo dirigía al América con bandera en mano, pero, no me dejan", tal vez no los consideren tanto como a los jugadores de la actualidad, porque en aquella época no había redes sociales para “demostrar su cariño hacia el club”.

No hay manera de saberlo, lo único que sé es que nuestro eterno “8” tuvo la opción de ir al Santos de Brasil o al River Plate de Argentina, sin embargo, él decidió venir a Coapa; posteriormente, el Real Madrid lo vino a buscar y les recibió con pulgar abajo. Las leyendas son tan grandes que con su futbol construyeron al club y tan humildes que guardan historias como ésta en su memoria, pues no hace falta que las griten a los cuatro vientos; ellos lo dieron todo por América, sólo que en su época los jugadores de futbol se dedicaban a eso, a “hacer fútbol”, nunca quisieron ser figuras públicas como hoy en día.

Llegará el día en que para todos nosotros suenen las campanas del adiós, sabemos que usted se llevará en el corazón a los compañeros, a los niños y la afición, así como la afición lo llevará a usted por siempre.

Es por eso que yo, al igual que los que verdaderamente llevan en el pecho los colores del América damos gracias a la leyenda viviente de nombre Carlos Enzo Ezequiel Reinoso Valdenegro, por la rabona, por el gol de media cancha, por festejar siempre con la tribuna, por las ganas, por la sangre que sudó, por su humildad, por el gol a Boca, por pasar de ser jugador a D.T de un día para otro y hacernos campeones, por eso y más ¡Gracias Maestro!