Jueves 18 de diciembre; la concurrencia en la sala de prensa de Coapa es más abundante que la habitual. En América no basta con ganar y seguir acomodando trofeos en las vitrinas, eso quedó bastante claro en diciembre pasado. Llegó la estrella número 12, esa misma que convirtió al club -por primera vez en la historia- en el más ganador del futbol mexicano; sin embargo, el adalid de aquella cuadrilla se marchó dejando la vara muy alta para su heredero. 

"Yo voy a poner mi sello. Yo no sé cómo es ganar como sea. Yo voy a respetar siempre mi forma de juego", fueron las palabras que pronunció Gustavo Matosas cuando fue presentado oficialmente como nuevo director técnico del actual monarca azteca, un juramento que gran parte del americanismo y, al parecer, la misma dirigencia azulcrema estaban deseosos de escuchar/leer desde hace algún tiempo.

El timonel charrúa aterrizó en el Nido con todas las credenciales imperiosas para capitanear el barco del equipo más ganador, popular y mediático del balompié mexicano. Equipos ordenados y efectivos recuerdo muchos, pero el León del táctico uruguayo fácilmente podría ser comparado con el Toluca de Enrique Meza o, inclusive, equipararlo con las Águilas de los 90s del holandés Leo Beenhakker. Aunque portaras otra camiseta era un regodeo observar a la Fiera, aquella que en su propio terruño o saliendo de su frondosidad atacaba de la misma manera, corría los riesgos que fuesen necesarios para lograr su cometido, lo único que al final del día importa en el futbol y cualquier deporte: la victoria; no obstante, de pasada regalaba una función digna de ser agradecida.

La llegada del último estratega bicampeón junto con un póker de luceros para ajustar y tonificar a la plantilla, de inmediato postularon al América como un firme contendiente al título. Vamos, los cremas son candidatos a campeonar cada semestre, en esta ocasión todo parecía indicar que no habría una agrupación que le hiciera oposición al ejército amarillo. Muchos -me incluyo-, confundimos a Matosas con Harry Potter o David Copperfield.

El presente de la entidad emplumada no se asemeja en lo absoluto a lo que se vaticinaba a finales del año pasado. La irregularidad que vive la escuadra azulcrema es simplemente un cúmulo de muchos factores. Insuficiente tiempo para realizar pretemporada, bajo rendimiento de futbolistas que en su mayoría serían pilares del equipo y constantes lesiones, son algunos aspectos que tienen actualmente a las Águilas en quinto peldaño de la Tabla General y con amplias posibilidades de ver trunchado el sueño de competir por segunda vez en un Mundial de Clubes. 

Con las situaciones anteriormente citadas pareciera que el menos culpable del "mal" paso es el propio timonel, sin embargo, la mayoría de las partes involucradas cargan por lo menos con una una pizca de responsabilidad, yerros ejecutados

Todos sabemos cuál es la ideología del táctico sudamericano: atacar, no renuciar al ataque -al menos lo demostró con los Panzas Verdes y lo manifiesta abiertamente en cada oportunidad que se le presenta-. El primer pecado apareció en la Jornada 2, aunque en el choque de la fecha inaugural ante los esmeraldas llegó una advertencia que no supo apreciar o, al menos, no quiso corregir. Dos goles en menos de tres minutos y América ya derrotaba 2-0 al León antes de cumplirse los primeros 10 minutos del encuentro. Mejor comienzo de la Era Matosas, imposible. 

Los cremas terminaron sumando sus primeras tres unidades pero la visita dejó un mensaje; el conjunto capitalino fue superado completamente en los últimos 20 minutos del primer tiempo, donde los del Bajío aprovecharon para emparejar la pizarra y hasta se dieron el lujo de perdonar a los de casa. Mucho atacante y escasa -por no decir nula- recuperación. Si bien la Fiera no logró aprovechar en su totalidad la vulnerabilidad de su rival, Xolos no malgastó la oportunidad de ventilar los déficits del campeón. 

Tijuana fue superior a los emplumados y el punto de partida fue eso mismo, el desemparo que padeció Cristian Pellerano en el centro del campo. La media cancha de los canes superó de principio a fin al solitario Pellerano y, también, fructificó el espacio que existió entre el contención argentino y la zaga americanista; Moisés Muñoz contribuyó para que la ventaja rojinegra no fuera más amplia. Matosas corrigió hasta el minuto 76; Osvaldo Martínez ingresó por Michael Arroyo pero el daño estaba hecho. 

Esta problemática se repitió en la tercera fecha cuando Puebla se metió al Coloso de Santa Úrsula. Desde la alineación inicial, el entrenador uruguayo quemó todas sus naves, puesto que nuevamente aparecieron Sambueza, Quintero, Arroyo, Benedetto y Peralta de arranque. Pese a toda la armada azulcrema, los emplumados carecieron de ideas y generaron insuficientes acciones de peligro en contra de la Franja. Gustavo trató de continuar con su filosofía ofensiva arrojando a todo su contingente estelar desde el comienzo, pero no supo distribuir adecuadamente a su gente; su proposición de invasión hacia el campo enemigo se terminó viendo como un simple amontonamiento de atacantes. El resultado culminó con un taciturno 0-0.

La mejor versión americanista se percibió en la Jornada 6. América arribó al enfrentamiento frente a Chiapas con solamente un triunfo de sus últimos cinco emparejamientos. Una semana antes, Darwin Quintero fue suspendido por una agresión sobre Marco Palacios durante el juego contra Monarcas, perdiéndose el delantero colombiano los confrontamientos ante Jaguares y Pumas. Lo que al principio pareció una terrible noticia para las Águilas acabó siendo un subsidio, ya que frente a los chiapanecos mostraron su mejor versión. 

Por primera vez, Matosas lanzó una línea de tres defensores y dos carrileros, un par de centrocampistas y tres hombres de ataque, parado táctico que hacía recordar a Miguel Herrera. Dominio y supremacía total sobre los felinos, un 5-0 lapidario y aplastante. Al ver la ganancia contra Chiapas, el táctico volvió a plantar la misma formación en su visita a Ciudad Universitaria. Mucho se habló de Moisés Muñoz y sus intervenciones, pero se deja de lado que esa tarde, la visita pudo terminar vapuleando a los del Pedregal en la parte complementaria, sobre todo en las llegadas que desperdiciaron en los últimos 20 minutos.

Dos conquistas en fila y hacerle los honores a Leones Negros presupuestaba incrementar esa racha ganadora. Brotó el segundo desliz del charrúa; Quintero cumplió su sanción y estaba disponible para ver actividad ante los melenudos, por lo que el piloto del Ferrari decidió echar mano del cafetero y darle la espalda a un funcionamiento que le había dado buenos dividendos. Su decisión -en gran medida- se reflejó en el resultado, los universitarios dieron la campanada en el Estadio Azteca y superaron por la mínima diferencia a los locales, quienes se fueron abucheados por su afición. El ex-santista dejó la cancha al 81 dejándole su puesto a Pellerano, fue el segundo y último cambio del entrenador, quien una vez más se percató tardíamente de su equivocación.

La tercera mancha del nacido en Buenos Aires, Argentina, ha sido la inclusión de Ventura Alvarado como lateral por izquierda. En la Liguilla del torneo pasado, Antonio Mohamed utilizó al canterano como lateral derecho tras la separación de Paul Aguilar. En dicha instancia quedó en evidencia que Alvarado Aispuro no es precisamente un lateral, y mucho menos alojado en la pradera izquierda, la posición donde mejor se le ha visto al oriundo de Phoenix, Arizona es como defensor central o stopper por derecha.

Si bien el descalabro sufrido en Costa Rica dentro de la Concacaf Liga de Campeones ante Herediano fue por un rimero de tesituras, el guía azulcrema impulsó a que el desenlace fuese todavía más ominoso. América caía 1-0 y Gustavo prescindió de Osmar Mares para darle entrada a Rubens Sambueza, esto al minuto 60. Alvarado fue recorrido a la parcela izquierda y de ahí, gran número de los embates centroamericanos ocurrieron por dicho sector. Un desperfecto que también añado como adicional es el hecho de respetar jeraquías, nombres, específicamente me refiero a los dos últimos bombazos: Oribe Peralta y Darwin Quintero.

Se avecina la recta más compleja para los emplumados, un par de Clásicos en abril y la Semifinal de Vuelta figuran en el espinoso calendario águila. Luego de tres meses de labores, América ha quedado a deber, el presente luce un tanto intrincado. Los resultados tampoco han sido los estipulados, qué decir de un estilo agradable, espectacular -si me permiten el calificativo-. Gustavo Matosas, con todo su escuadrón de vuelta para afrontar la segunda etapa del certamen, debe confirmar que Ricardo Peláez, José Romano y compañía no fallaron en otorgarle tan distinguida y envidiable silla, que aprendió de sus deslices.