Las Águilas eran dirigidas por el ´Maestro´ Reinoso, un técnico que siempre se ha caracterizado por transmitir su carácter a los jugadores. Es por eso que en la liguilla de la temporada 83-84 el América accedía a la final todavía con la rabia contenida después de haber sido eliminados el torneo anterior por el odiado rival en semifinales.

Los azulcremas llegaban como líderes. La ida terminó en empate a dos anotaciones, por las Águilas anotaron Hermosillo al minuto 9´y Trejo al 63´, en un partido que fue una auténtica batalla de gladiadores.

La vuelta era en casa. Un 10 de junio de 1984, América enfrentaba a Guadalajara con una base de jugadores salidos de casa, sedientos de gloria y con la oportunidad de darle la satisfacción más grande a su gente.

Los locales saltaban a la cancha del Coloso con el apoyo de toda su gente, así el partido inició con unas Águilas llenas de rabia y con una pasión desbordada que les juagaba en contra, pues temprano en el partido Manzo era expulsado dejando con 10 al equipo. El partido siguió su curso y al minuto 39´, Héctor Miguel Zelada se veía obligado a cometer penal, de lo contrario el jugador rojiblanco quedaba con posibilidades de sentenciar la serie.

Fue la pasión la que hizo salir de manera violenta al arquero azulcrema, misma que días antes se había apoderado del 'Maestro' Reinoso, que previo a la final declaró que la debilidad del equipo se encontraba bajo el arco, situación que molestó al que dos años más tarde sería campeón del mundo, sin embargo, mantuvo el temple y sacó a relucir el carácter plantándose bajo los tres palos frente a uno que lo quería fusilar. Instantes después, la historia se escribió así: “Momento de gran tensión. Cisneros preparando; silencio, cámara, acción ¡ZEEEELADAAA LA TIENE!”, y en un arranque de euforia, el arquero americanista reventó la pelota más allá de la media cancha gritando la atajada al unísono de la mitad del país y un poco más.

Lo que vendría después era una auténtica fiesta azulcrema, primero Bacas al 57´, después viniendo de atrás y en un tiro de esquina Alfredo Tena la mandaba al fondo provocando el llanto de alegría en los rostros americanistas. Finalmente, para cerrar con broche de oro, Javier Aguirre con magnífica técnica individual realizaba un auto pase para fabricarse el espacio y sacar un tiro potente cruzando al arquero y sentenciando la final a favor de los de Coapa.

América y Chivas podrán haberse enfrentado muchas ocasiones en torneos locales y Copa Libertadores, pero además de haberles arrebatado a los del Rebaño las Copas 53-54 y 54-55, se les venció en la serie más importante. La final de la Liga 83-84 será el partido más recordado por los americanistas y los seguidores rojiblancos.

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