En los últimos tiempos, la tendencia de las porterías mexicanas dictaba que no se requerían foráneos para contar con un adecuado resguardo. El respeto que se ganó por tantos años al guardameta del exterior con nombres como el de Miguel Marín, Walter Gassire, Héctor Miguel Zelada, Robert Dante Siboldi y, más recientemente, con los de Federico Vilar o Miguel Calero, no parecía ser suficiente para que los marcos nacionales siguieran siendo protegidos por no mexicanos, al menos en sustanciosos porcentajes.

Aunque México jamás dejó de importar porteros (y de tan alta calidad como la que en el presente demuestran jugadores como Agustín Marchesín o Nahuel Guzmán), la realidad reflejaba una cada vez mayor confianza al arquero nacional. La situación era tan clara que, incluso, se puso en entredicho si era buena inversión contar con un portero de fuera, al grado de considerar que se desperdiciaba una plaza de extranjero que bien podría ser ocupada en una posición de mayor necesidad, de aquellas donde realmente los futbolistas mexicanos no abundan –centrales con liderazgo, creativos, nueves letales–.

La situación con el Puebla FC no era excepción en ese aspecto. El marco poblano, desde principios del presente siglo, no cesó en brindarle oportunidad a mexicanos. La Franja contó con una gran serie de porteros, tan contrastantes unos con otros que, para el recuerdo, quedan personajes de la trayectoria brillante de Jorge Campos y otros de muy discreto paso en la Primera División como Alberto Becerra.

Si bien es cierto que hubo en el camino algunos que dejaron huella entre la afición; verbigracia: Óscar Dautt –y su sorprendente récord de seis penales atajados en un torneo–, Jorge Villalpando –bastión del ascenso y de buenas actuaciones en el regreso del club a Primera– o Alexandro ‘Mostro’ Álvarez –de carisma especial y talento equivalente–, los Camoteros nunca pudieron deshacerse de aquel importante estigma que dejó un imponente personaje de los 90 que impactó a todo hincha poblano, pero también al medio nacional. ¿Su nombre? Gerardo Rabajda.

La Era Rabajda

Rabajda era un personaje en toda la expresión de la palabra. Si su apellido peculiar y su ‘calvi-larga’ cabellera ya brindaban de qué hablar, su verdadera carta de presentación siempre la mostró en la cancha. Esos gritos retumbantes a lo largo y ancho del estadio, los despejes que llegaban con precisión a media cancha después de elevarse como ningunos otros y las paradas ‘rutinarias’ que para cualquier otro portero hubieran sido de verdadera dificultad, confirmaban que era alguien diferente.

(Foto: noesotroblogdefutbol

El uruguayo llegó a La Franja para hacer época. Su talento fue reconocido en airadas ocasiones, haciéndolo ganar el cetro al Mejor Extranjero de la Primera División Mexicana por los ya desaparecidos Premios Citlalli. Su frustrante salida del Puebla, aunada a los tan poco llevaderos años que el club vivió desde su partida, hoy lo encumbra como uno de los grandes ídolos del aficionado camotero, luego de casi un lustro de mantenerse como el referente del cuadro angelopolitano en la cancha, entre 1995 y 1998.

Desde la partida de Gerardo, Puebla contó solo con un arquero foráneo más. El popular Rubén 'La Bomba' Ruíz Díaz fue el último encargado de defender la portería poblana sin poseer la nacionalidad mexicana y, aunque su renombre continental y su ya probada capacidad en tierra azteca lo respaldaban, salió del Puebla sin pena ni gloria, dejando escasos recuerdos entre los seguidores poblanos.

Y entonces llegó Campestrini

Para el Apertura 2015, La Franja ha vuelto a recurrir a un guardameta extranjero. Cristian Campestrini se ha enfundado en la casaca blanquiazul y, con sus primeras dos apariciones, ya le ha dejado a la afición las suficientes postales como para hacerla volverse a ilusionar con un nuevo héroe como el de aquellos años de vuelco total hacia Rabajda.

El portero argentino ha llegado a México luego de una vasta carrera que lo postra, entre otras cosas, como un referente de Arsenal de Sarandí. Ahí, no solo fue bastión para que el club se coronara por primera vez campeón de la Primera División Argentina, sino que posee el récord de apariciones en cancha. Su participación con El Viaducto fue tan notable que, con Diego Maradona al mando de la Selección Argentina, se mantuvo en la pelea por asistir como el tercer arquero albiceleste para Sudáfrica 2010.

La bendición que busca el Puebla

En Olimpia –su último club–, además de sus actuaciones, se puede enmarcar una de sus frases finales. “Que a esta edad me llegue esto, es una bendición”, mencionó cuando se despidió del cuadro paraguayo. Hoy, con Puebla necesitado de un sólido resguardo atrás y con un antecedente tan brillantemente recordado por el club en la figura del multimencionado uruguayo, la bendición –recíprocamente– buscará estar reflejada en sus manos.

Cristian lleva 180 minutos sobre los tres postes poblanos y solo esos le han bastado para guardarse en la bolsa a la fiel afición blanquiazul. Hoy la característica ‘calvi-larga’ cabellera, ha sido sustituida por brazos tatuados en mangas. No obstante, el apellido sigue siendo peculiar y –primordialmente– las paradas ‘rutinarias’ parece ser que también.

Por lo pronto, el palmarés poblano engrosó gracias a sus atajadas en la Super Copa MX en donde fue figura. Asimismo, los Camoteros debutaron ganando en casa en donde también fue figura. Solo queda ver qué dice el tiempo, pero ‘Campe’ llegó a Puebla a llenar un vacío de casi dos décadas y en sus manos se encuentran muchas de las ilusiones de un mejor porvenir para el cuadro blanquiazul.