Querido Tomás Boy:

Te escribo con aprecio desde mi pequeña guarida, esperando que esta humilde carta llegue tanto a tus manos como a la de toda la afición que sigue esperando resultados tuyos.

En nuestra época el fútbol se ha vuelto un deporte de resultados, en muchas ocasiones las formas con las que se consiguen terminan pasando a segundo plano mientras podamos celebrar el triunfo de nuestro equipo al finalizar el encuentro. Sin ser tan exigentes y evitando hablar de las paupérrimas formas con las que se desenvuelve en la cancha tu Cruz Azul, déjame decirte que los números no te favorecen.

Desde tu llegada has dirigido 37 partidos, de los cuales solo has podido ganar 11, tal vez para un equipo que busca no descender no suene tan malo el dato, pero diriges a uno de los de los cuatro grandes de nuestro fútbol mexicano.

Te conozco poco, sé de tu personalidad explosiva, sé que gritas, te apasionas y hacersademanes -a veces un poco exagerados- cuando las cosas no te sale bien. No te culpo, soy igual a ti. Me encantaría que hicieras explotar como lo haces tú, pero de una forma especifica, con tu equipo.

Quizás no lo sepas pero tu afición lleva cinco semanas con un nudo en la garganta a la espera de poder gritar cuando el arbitro pite el final, no te pide un título, ni un triunfo, al parecer lo único que quieren es un bendito gol. ¿Qué pasa, Tomás? Yo sé que eres capaz.

Ante Santos te vas a jugar la vida, el partido de la temporada, si lo ganas puedes seguir adelante, si lo pierdes, por dignidad a tu equipo regresa a casa. Probablemente desde tu casa puedas comerte las uñas semana a semana esperando que el que llegue lo haga mejor que tú.