Hay dos tipos de americanistas: los que vieron nacer al club hace cien años y los que ven cumplir al club de sus amores el centenario. Nunca imaginaron los integrantes del Récord y Colón lo que provocaría unirse para fundar, un día como hoy, al equipo que sería el más controversial, polémico, acusado y carismático de la historia del futbol mexicano.

¿Carismático? Sí, o cómo creen ustedes que los azulcremas tienen millones y millones de seguidores. No es difícil entender que para hacerse de los colores de un club para toda la vida hay métodos como la herencia de padre a hijo, o descubrir que es una oncena ganadora o porque el equipo es de tu ciudad; y América es el que más copas ha levantado en una centena de años. Sí, sumamente discutidas; y también ampliamente defendidas. Pero es el club de Coapa el que levanta pasiones por “bocones, habladores y presumidos”, por comprar jugadores a billetazo limpio (antes de la era Peláez, claro), por asumir un papel arrogante atrás de una televisión que todo le justifica, por muchas cosas más que hacen click con un sector de la población que decide comprar sus playeras, vitorear sus triunfos y enmudecer en sus derrotas, porque también pierden aunque no lo pareciera.

Cuando el Récord y el Colón se juntaron, no proyectaron que esta franquicia iba a ser adquirida por el empresario de telecomunicaciones más importante de la época, de ahí que su fama trascendería naciones hasta que jugadores extranjeros deseaban portar la playera azulcrema para ganar títulos, estabilidad económica y convertirse en ídolos de un grupo de mexicanos (aunque también llegó Bilos, Castromán, Fantick y Pagal, por nombrar algunas contrataciones basura).

Son cien años de ser el equipo millonario y que asumió una férrea rivalidad con su eterno antagonista, las Chivas Rayadas del Guadalajara. Son cien años de comerles el mandando a los rivales, de aguantar burlas cuando todo va mal, de pagar apuestas económicas o con castigos, de fundarse una sola piel con la que las marcas patrocinadoras hacen lo que quieran con su diseño pero que el aficionado fiel no duda en adquirir.

Cien años de burlarse de los demás y decir que en el centenario americanista, tienen el título de “El más grande”.

Botepronto: Zwaricz llegó a una pelota larga en tres cuartos de cancha, cerca del área grande de Adrián Chávez, el portero va por la pelota con la cabeza a media altura, casi agachado,  con la intención de que le marcaran un juego peligroso a su favor. El de Tecos bombeó a gol y el árbitro pitó hacia el círculo central. Era todo para el América y quedó fuera, en ese momento se conoce el sabor de la derrota y la pérdida de la ilusión por un campeonato. Sí, ahí se adquieren los colores para toda la vida.