En menos de cuatro días, la Selección Mexicana de Futbol estaría cerrando un paso perfecto y prácticamente amarrando su calificación al Mundial de Futbol del 2018, dejando atrás aquél fantasma que nos llevó hasta Nueva Zelanda pero ¿hay que celebrarlo?

Son muchos factores para no celebrarlo: se juega en una de las confederaciones de futbol más débiles del mundo. Si la Concacaf tiene tres pases directos más medio boleto para el mundial de futbol fue gracias a los negocios sucios que hizo con Joseph Blatter para permanecer en el cargo y donde nuestra corrupta región fue artífice de dichos momentos. Porque si fuera por nivel futbolístico, que les den dos y ya es demasiado.

No debería celebrarse por la famosa infraestructura que tiene la Federación Mexicana de Futbol, la cual es mejor que la gran mayoría de los países que pertenecen a la región pero que no se confirma en la generación de jugadores, ya que reglas como la 9/9 le están partiendo su forma de subsistir, que es generar material propicio para debutar en primera división, venderlos mejor y seguir produciendo más jugadores. Esto no sucede.

Los patrocinadores que tiene nuestra Selección aportan como si fuera un equipo europeo, el cual ni de broma llega a estar dentro del Top Ten mundial, actualmente. Lo que genera en dinero el combinado tricolor es usado como ganancias para los dueños del futbol. Se dice que se invierte en mejores instalaciones y mayor apoyo a las demás categorías y ramas del balompié nacional, pero salvo los Sub 17 ninguno entrega grandes resultados periódicamente.

Pero veamos la otra cara de la moneda. Sí deberíamos de celebrar que se puede calificar a Rusia 2018 este fin de semana. Se quitó una soberbia que envolvía a los jugadores del tricolor. Algunos juegan cuando quieren, pero otros tienen hambre de hacer mejor las cosas. Quieren acabar cuanto antes la pesadilla de complicarse la vida como ha sucedido en eliminatorias recientes.

Los que juegan en Europa también lo hacen por finalizar lo antes posible las famosas convocatorias que sólo les quitan ritmo con sus clubes, y que terminan rechazando puesto que están compitiendo un puesto titular o en la banca día a día con su equipo, por lo que los llamados al Tri a veces “les estorban” en su meta por triunfar en Europa. Triste pero real.

Después de lo hecho antes de Brasil 2014, me cansé de ver a un equipo que no confiaba en su entrenador y que tenía un desgano por enfundarse la playera de México. Sí hay que celebrar que verse cerca de la eliminación los hizo recapacitar para saber que en Concacaf no son intocables. Que en el Estadio Azteca también pierden. Que no se gana sólo con la playera. Que su nombre y el equipo donde militan no le importa a Panamá, Costa Rica, Honduras ni a Estados Unidos. Que si van de visita a Centroamérica serán abucheados e insultados pero que eso, en lugar de minarlos, los motive.

Con Juan Carlos Osorio sólo se tienen dos derrotas, contra Croacia y la más dolorosa en los últimos años, ante Chile. Pero lo han tomado en serio, el Técnico parece que ya se acomodó al ambiente que envuelve a la Selección y los jugadores, sobre todo, se ven más comprometidos a jugar y ganar. Lo de gustar ya viene después.

Botepronto

Las 12 Champions del Real Madrid reafirma que hay equipos de moda y los que son para siempre.

Préndela así, de volea.