De buena a regular ha sido la campaña de Toluca, de buena a excelente la de Monarcas; por un lado, el 'diablo' festeja su centenario invisibilizado por las viejas glorias del pasado; mientras Morelia vive una de sus mejores campaña, después de haber estado cinco minutos en el averno del ascenso, hoy cierra como mejor visitante y cuarto de la general.

Con mucho pasado juntos, dos finales en las mejores de sus épocas, el único campeonato de los 'purépechas' y batallas épicas con goleadas impresionantes, hoy por hoy rojos y amarillos comparten algo más típico de este nuevo milenio, ser subestimados.

Un par de plantillas con gran corazón, con esfuerzo y amor por la camiseta, con técnicos "jóvenes" con su equipo a muerte, sin duda no son novedad que se dediquen a lo que mejor saben hacer, jugar al fútbol, no ha vender tiempo aire, dar declaraciones polémicas o hasta incursionar en la pantalla chica, quizá que de ahí nazca el desprecio de los medios.

El 'diablo' y el 'canario', poseen un carisma de eso que ya no hay, de esos que se parten la M*, que enamoran a su afición que se desnuda en las gradas o se incendia en una esquina, con jugadores, quizá deseados a nivel mundial, pero sin esa cara larguísima que tienen los que les patean la espinilla y exigen la roja llevándose las manos al rostro.

Pero eso no lo ven los "analistas", los reporteros que se esfuerzan en engrandecer sus orgullosos nombres con talks shows al nivel de chismes de novela. Ya hace una década Europa nos advertía, la prensa rosa invade el continente y amenaza con expandirse al mundo, hoy, en palabras mejor dichas por Marco Malvido:

"Hoy los medios nacionales viven para generar rating. Para crear polémica y para mil cosas más (...) Pero para analizar. Para darle su lugar a cada equipo. Nunca más"

No es de sorprender entonces que el periodismo, o el "periodismo", muera lentamente a la sombra de las redes sociales y el internet, para que escuchar las polémicas de un rancio charlatán que te va a contar lo que puedes ver en Facebook o Twitter, de primera mano, en el instante y con la perspectiva que tú le quieras dar.

El fin de semana y hoy veremos un partido épico, quizá aburrido, quizá al nivel de la epopeya, pues no veremos a dos de los mentados "grandes", mañana veremos a dos que se juegan el corazón en la cancha, que tienen mucho que perder, dos que no se han podrido en una reputación de un oxidado apodo mediático.

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