En Coapa, la prensa no para de hablar sobre el invicto del América. Tras 13 partidos sin derrota, este es ya el mejor arranque histórico en un año y las Águilas se aprestan a igualar los 12 partidos de Liga sin caer, para firmar así su mejor inicio de temporada. Sin embargo, en la mente de los jugadores hay otro invicto que genera dolores de cabeza.

Ese invicto no lo tiene América, sino los porteros que semana a semana enfrentan a los delanteros azulcremas. Son ya 509 días sin que las Águilas anoten un gol de tiro libre. Una racha negativa por la que han pasado numerosos jugadores como Renato Ibarra, Oribe Peralta, Darwin Quintero o Emmanuel Aguilera.

Michael Arroyo fue el último en anotar de tiro libre para América en 2016.

Hay que remontarse al 15 de octubre de 2016 cuando América festejaba con bombo y platillo su centenario, para encontrar la última anotación de tiro libre. El anotador fue Michael Arroyo, jugador que ya no pertenece a la institución y cuyo valor en este tipo de jugadas era incuestionable; anotó 8 goles de esta forma en su estancia en el equipo.

Son muchas las razones por las cuales se puede explicar esta carencia en el América, aunque dos llaman poderosamente la atención.

1) No hay en el actual plantel un jugador que haya marcado de esa forma con América, ni siquiera antes de aquel 15 de octubre. De los 12 hombres que han anotado un tiro libre con América desde 2010, ya todos están en otras instituciones.

Desde 2013 ningún mexicano anota de tiro libre con América.

2) De los 25 tiros libres que América ha logrado anidar en la portería rival desde 2010, solo cinco fueron hechos por mexicanos (Pavel Pardo, Miguel Layún, Enrique Esqueda y Juan Carlos Medina). Una bajísima producción nacional que deja al equipo acéfalo de un buen tirador. El último mexicano en lograrlo fue Miguel Layún, un 21 de septiembre de 2013 ante Jaguares.

La sequía en los tiros libres no es un dato menor para Miguel Herrera y su cuerpo técnico. En el nido de las Águilas reconocen que los equipos cometen faltas cercanas al área sin temor a recibir como castigo una anotación, frenando así el juego del América. Se trata de una racha difícil de aceptar para un equipo que entrena durante largos tramos del entrenamiento las jugadas a balón parado.

¿Quién podrá terminar con la malaria? ¿Es mejor dejar de intentarlo y buscar otro tipo de jugadas? Estas son preguntas que América debe responder de inmediato, pues su juego ofensivo pierde un elemento clave para competir en la búsqueda de nuevos trofeos.

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