La pelota aún está ahí, clavada en el ángulo de Hugo Orlando Gatti, tras un mágico chanflazo de Carlos Reinoso. Cuatro décadas después, el grito de gol aún retumba en el Azteca. La imagen es imborrable, aunque detrás de ella hay historias que no se han contado.

A la primera Copa Interamericana ganada por América le antecedieron afortunados episodios y rocambolescos sucesos. El camino hacia aquel 14 de abril de 1978 comenzó unos meses antes cuando América participó por primera vez en la Copa de Campeones de Concacaf. En aquel cuadro se distinguían jugadores como Javier Sánchez Galindo, Mario Pérez, Antonio de la Torre, Hugo Kiese y Carlos Reinoso.

El primer episodio extraordinario fue la renuncia del primer rival de los Cremas en el torneo, New York Giuliana. Los norteamericanos optaron por retirarse del torneo de Concacaf dejando el camino libre al América para acceder a la siguiente ronda. Misma decisión tomó Saprissa en semifinales, por lo cual el cuadro dirigido por Raúl Cárdenas se topó de manera inesperada con la final del torneo sin haber jugado un solo minuto.

América conquistó su 1º título de Concacaf ante Robin Hood.

El rival en esa instancia fue Robin Hood de Surinam. Hacia aquellas tierras caribeñas viajó América para buscar su primer título de la región. Por si las curiosidades no hubieran sido suficientes, en una decisión arriesgada, la directiva Americanista aceptó jugar los 2 partidos de la final en el Estadio André Kamperveen de Paramaribo. La suerte deparó un triunfo de 1-0 en la “ida” con gol de Luis Da Costa y un sufrido empate en la vuelta con gol de Hugo Kiese. El trofeo de campeones de Concacaf llegaba a Coapa.

A finales de los setenta el título de la región otorgaba a los ganadores un partido ante el triunfador de la Copa Libertadores. El rival a vencer era el bicampeón; Boca Juniors. Los argentinos eran favoritos para llevarse la Copa Interamericana pues contaban con figuras como Francisco Sá, Mario Zanabria y Hugo Gatti. La final era disputada en una serie de ida y vuelta, cuyo ganador sería el equipo que obtuviera más puntos.

El 1º partido jugado en La Bombonera fue un verdadero martirio para los americanistas. El 28 de marzo de 1978 los nóveles cremas cayeron 3-0 en suelo argentino. Los goles de Carlos Salinas, en un par de ocasiones, y otro tanto de Ernesto Mastrángelo parecían dictar sentencia. El segundo partido parecía un mero trámite para el equipo pampero.

En la vuelta algunos medios anunciaban que los dirigidos por Raúl Cárdenas darían prioridad al Clásico Nacional que se jugaba días antes, pues la victoria ante Boca Juniors resultaba un imposible. Sin embargo, los azulcremas lograron revertir los pronósticos y vencieron en el Estadio Azteca por 1-0, con un disparo de Hugo Enrique Kiese a 15 minutos del final. La serie se empataba, cada equipo había obtenido 3 puntos.

América obtuvo la Copa Interamericana venciendo a Boca Juniors.

El reglamento de la Copa Interamericana marcaba como criterio de desempate la realización de un tercer partido en cancha neutral. Sin embargo, como fue costumbre en el camino hacia el campeonato, las cosas no sucedieron conforme a lo esperado. La directiva americanista logró convencer a sus pares argentinos para realizar el juego decisivo nuevamente en Santa Úrsula. Los equipos, a fin de evitarse el largo viaje a Estados Unidos, pactaron el duelo en suelo mexicano.

El 14 de abril de 1978, hace cuarenta años, el árbitro Gino D´hippolito dio el silbatazo inicial para aquel mítico partido. Se adelantaron los argentinos con un gol en el minuto 5 por conducto de Severiano Pavón, pero los Cremas respondieron antes del descanso con un gol de José Aceves, que por cierto, para no faltar a lo insólito de la historia, nunca entró en la portería de Boca Juniors.

El partido, en el que no faltó la pierna fuerte y las expulsiones en ambos equipos, continuó en una tensa calma. Los argentinos sabían que el empate tras terminar los tiempos extras les daría el título por haber anotados más goles en la serie, mientras que los americanistas no encontraban el camino para vencer a Gatti. El tiempo se terminaba y la Copa Interamericana parecía irse a tierras sudamericanas.

Un tiro libre de Carlos Reinoso en el minuto 119 coronó al América.

Corría el minuto 119, último suspiro del encuentro. Tomó la pelota Carlos Reinoso entre sus manos para golpear un último tiro libre. Si la pelota se iba al cielo, los Cremas habrían fallado en su misión de ser el primer equipo mexicano en dominar el escenario internacional. Si la redonda se incrustaba en el fondo de la redes, América llegaría por fin a cumplir el anhelado sueño de convertirse en el mejor equipo del continente. El resto es historia, hace 40 años el cielo se pintaba de azulcrema.

La desprolijidad del camino continuó aún después de haber obtenido la Copa Interamericana. En el papel América debió enfrentar al Liverpool, en esos tiempos campeón de Europa, para definir al mejor equipo del mundo. Sin embargo los desacuerdos entre organismos directivos provocaron que el duelo nunca tuviera lugar. Poco importo en Coapa, el chanflazo de Reinoso había marcado para siempre la historia del equipo.

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