Después de la euforia, el festejo y hasta la resaca que dejó el triunfo de México ante Alemania en el primer partido del Grupo F de la Copa del Mundo Rusia 2018, debemos reconocer que hay otras cosas que estos tres puntos repararon para una era llena de total escepticismo, sobre todo de los aficionados.

Juan Carlos Osorio se estaba convirtiendo en el 'Luisito Rey' de los entrenadores técnicos. Se había puesto el disfraz de villano y tenía lista una lápida con los sueños de los hinchas tricolores. Eran muy pocos los que dudaban que no hubiera un resultado negativo contra los teutones, quienes eran verdugos regulares en estas fases. Generaciones anteriores crecieron con una goleada en Argentina '78, con unos penales maléficos en México '86 y con un error táctico en Francia '98

Pero el gol de Lozano, quien quizá no hizo temblar a la Ciudad de México, pero si los corazones de los que creían estar viendo una carniceria, abrió un camino nuevo de esperanza inesperada. Las quinielas pudieron romperse pero a nadie le importo ya perder su dinero. El 14 por ciento de probabilidades que los científicos le dieron a los nacionales para derrotar a los europeos se fueron al carajo al minuto 35. Quien crea, en estos momentos, que las estadísticas siguen jugando, no está poniendo nada de atención.

Porque, hay que admitir que el triunfo del 17 de junio de 2018 es el más importante en la historia de los Mundiales para México. Y es decir mucho de un fútbol que tuvo que esperar 28 años para su primer punto en una fase de grupos y 32 para conocer una victoria. Se presumía que aquel triunfo ante Checoslovaquia en Chile 62 se hizo ante el que iba a ser el 'gran subcampeón'. Nos teníamos que sostener a empates mágicos ante Italia, Holanda o Brasil recientemente.

Osorio no cambió pero la gran mayoría si sobre lo que pensaban de él. Sus jugadores creían y su cuerpo técnico también. Pero en un país de 120 millones de habitantes, donde las redes sociales son juez, jurado y ejecutor, ya se le había puesto una pesada piedra al sudamericano con una cadena infernal de malos comentarios.

La derrota de los alemanes también fue para es el escepticismo. Ese que se escucha en los programas de expertos, en los analistas de sepa y en los pocos creyentes de un cambio real. También lo fue para los escépticos de Osorio, quien no puede reprochar las voces de enojo y que ahora puede recibir los halagos que se hacen entre dientes. Si los memes que decían que 'había fila para pedir perdón' al colombiano  y que 'ya daban la vuelta al estadio' fueran reales, podría pedir que me guarden un lugar, aunque fuera también de mala gana.

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