El mundo está volcado sobre los mexicanos. Están y estamos maravillados con un equipo que ha devuelto la esperanza de hacer historia en un mundial de futbol. No es para menos, ganarle a un equipo que es cuatro veces campeón de la máxima competencia en el balompié, no es algo que se da todos los días.

Y me recuerda al partido de hace cuatro años contra Brasil en aquél empate a cero. México dependió mucho de Guillermo Ochoa sacando todo lo que le mandó el pentacampeón. Lograron el empate y con ello mantener la esperanza de una calificación. Esta vez la cosa fue distinta.

Si bien es cierto que el arquero mexicano tuvo acciones importantes en ambos tiempos, no  fue el que más relució. Sin duda, mejoramos cuando ni los defensas y mucho menos el de guantes son los mejores jugadores del conjunto azteca.

Lo de este domingo quedó demostrado que si Héctor Herrera quiere, podría jugar en un equipo más importante que el portugués, que Andrés Guardado es un tiempista perfecto para echar para atrás al equipo u ofender, ya sea el caso. Carlos Vela es un “10” con la intención clara pero algo le falta para dar ese paso, que todo mundo comenta, debió dar antes de salir de la Real Sociedad de San Sebastián.

Qué decir que Hirving Lozano y Javier Hernández, electricidad para el contrataque y buena comunión en el trato de la pelota.

Y Juan Carlos Osorio, que demostró que en su máxima concentración. En su máxima exigencia mental, plantea un partido donde elimina los circuitos de Toni Kroos, Sami Khedira y Mesut Özil para quitarle las oportunidades de gol a los alemanes. De otro mundo.

Pero a pesar de nuestra gran emotividad en torno a un partido de futbol, compatriotas que no están en Rusia, que tampoco están en nuestro país, viven una realidad distinta en cosas mucho más importantes como es la separación de hijos y padres.

Nos queda una tarea pendiente. Sin querer echar a perder la fiesta (que seguramente continuaremos en estas fechas), no podemos hacer a un lado la realidad que lastima a personas que quizás no conocemos, pero que se fueron del territorio nacional porque no encontraron una forma digna y lícita para vivir en este hermoso país del “canta y no llores”.

Mantengamos un ojo al gato y otro al garabato, y disfrutemos de estos momentos históricos que nos da la Selección Mexicana de Futbol.

Préndela, así volea.

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Sobre el autor
Aser Oropeza
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