Una tarea difícil tendrá Guillermo Hoyos para levantar a los Rojinegros del Atlas. Tras un 2018 de pesadilla, el técnico argentino tiene la encomienda de cambiarle el rostro al equipo. Tras su llegada en el semestre anterior, luego de la sustitución de Gerardo Espinoza, los resultados positivos no llegaron de todo, o al menos se lograron dos triunfos, ante Toluca y Veracruz, ambos como locales en el estadio Jalisco.

Ahora comenzará de cero el torneo Clausura 2018. Con nuevos jugadores, de acuerdo a lo que él y el Presidente Deportivo, Rafael Márquez, vieron para decidir las bajas y altas de cara al siguiente torneo. Una labor complicada será que el equipo deje las últimas posiciones de la tabla general y compita, al menos por pelar por un lugar en la liguilla.

Es verdad que Atlas no está ni siquiera cerca de competir por un título, considerando la inversión de otros equipos, pero al menos deben competir por salir del fondo de la porcentual y alejarse lo más posible. Además, atrás deben quedar los tiempos en los que se peleaba por no descender.

Es estilo de juego del profesor Hoyos deberá tener una propuesta ofensiva, que agrade al público, que bastante molesto se encuentra. Con la llegada de Osvaldo Martínez, a lado de Lorenzo Reyes, habrá más estabilidad en el mediocampo, con recuperación y salida. También se reforzó aparentemente la zona defensiva, con la llegada de Santamaría y Segura.

Pero el punto débil del equipo sigue sin ser resuelto. El ataque luce igual de frágil que la temporada pasada. Tras la venta de Milton Caraglio a Cruz Azul (8 goles) la cuota de golea se vio golpeada y hasta en las últimas jornada se destapó Duque con 5 anotaciones. Pero es evidente que él solo no es la solución. Mientras no llegue un goleador de calidad probada, no importa cuánto fútbol genere el equipo, sí no hay un jugador que defina las jugadas.