El Puebla pasó por un abandono de muchos años en donde las directivas, cuyas intenciones buenas o malas quedan de lado, hicieron que el club se volviera uno de los más grises del país y cayera en un ciclo vicioso donde al interior no pasaba nada, en los resultados no pasaba nada y con la gente que lo seguía cada vez en menos cantidad no pasaba nada tampoco. Y aunque los cambios al interior del club, desde que la directiva actual tomó las riendas un par de años atrás parecen ser evidentes, la nula consecución de logros deportivos, ha dejado entrever que el trabajo todavía tiene muchas áreas de oportunidad, de cara a considerar realmente sólido el proyecto a futuro que se tiene para con La Franja. Si Puebla pretende cambiar la cara de manera tajante, requiere demostrarlo en el ámbito más importante: el futbolístico; calificando.

El nuevo torneo de La Franja comienza hoy y con él comienza la expectativa de encontrar pruebas tangibles del cambio en lo deportivos; un sustento que compruebe que la directiva verdaderamente puede hacerse cargo de un equipo de Primera División con facultades deportivas tan sólidas como las mercadológicas, rompiendo el paradigma de ser “tan mala” como todas las anteriores. Insistiendo en que, aunque muchas de las labores que han hecho para demostrar sus virtudes son evidentes, sí deben conjuntar de una vez por todas los esfuerzos administrativos con los deportivos, para recuperar a una afición que, al verse acostumbrada al rezago, poco espera del club y poco hace para cambiar su percepción de él.

Para este torneo Puebla se deshizo de su activo más valioso para capitalizarse. A partir de ahí, mantuvo al resto de su plantel base para solo reforzarlo puntualmente en puestos que necesitaban de mayor competencia. Si bien sería erróneo pensar que Puebla se ha convertido en una plantilla poderosa para el Clausura 2020, sí se vislumbra que tiene el suficiente material humano para dar pelea hasta el final y ser de los ocho mejores equipos del país una vez concluidas las 17 jornadas. Salvo la portería (que ya se encontraba bien resguardada), Puebla reforzó cada una de sus líneas y conjuntó por un semestre más a muchos de los jugadores con los que ya contó en varios torneos pasados.

De ser parejo y constante el compromiso deportivo a lo largo del torneo, considerando que se mantiene un proceso y se dejó de lado la presión mediática local para hacer cambios desmesurados y poco pensados (como en su momento lo fue el no tan atinado regreso de Sánchez Solá al banquillo), La Franja podría lograr el objetivo que tanto le cuesta semestre a semestre como lo es el de calificar. Sin embargo, más que una ilusión, la calificación es la obligación máxima del club para este torneo, sobre todo considerando que Puebla es el equipo que menos califica en el país en el último lustro.

Será cliché, pero la ilusión ha sido renovada. Quedará en manos de jugadores, entrenadores y directivos hacerla valiosa, demostrando que La Franja tiene la facultad para lograr lo que debe para revivir y volver a ser lo que algún día, cada vez más lejano, ya pudo ser.

Que comience el Puebla Positivo y que sea el torneo que todos esperamos de La Franja. Seguiremos al pendiente, porque también por acá, como afición, habrá mucho que trabajar. Nos leemos la próxima semana.