Después de haber derrotado a Cruz Azul en el Estadio Azteca, mostrando un juego inteligente, el equipo rojinegro recibió su primer encuentro en casa del Clausura 2020 con la ilusión de darle otra alegría a su gente. En el papel, el Atlas partía como favorito ante un Puebla que no presentaba demasiadas cartas atractivas.

Al principio, el juego se desarrolló como se esperaba, con los locales dominando mediante la posesión del balón. Sin embargo, el conjunto poblano encontró el gol al minuto 32 por conducto del 'Polaco' Menéndez. Los de Leandro Cufré no mostraron ningún tipo de reacción en todo el resto de los 90 minutos, por lo que, en un partido francamente aburrido, sufrieron su primer descalabro del torneo.

La afición atlista se notó bastante frustrada, y no hace falta más que ver su comportamiento en el Jalisco para darse cuenta. Esta frustración, sin duda, viene a raíz del impacto de realidad que significó la jornada 2. En las siguientes líneas, presento algunas de las razones que condujeron a la decepcionante derrota rojinegra.

Falta de imaginación al ataque

En el encuentro ante Cruz Azul, el Atlas demostró una importante cantidad de variantes para buscar el arco de Jesús Corona.  Balones filtrados, tiros de larga distancia... Los Zorros intentaron desmoronar la defensa capitalina a través de  un sinfín de maneras, y esto les retribuyó con dos goles. En el juego de este viernes, la diferencia fue brutal.

El equipo de Cufré no podía pensar en otras formas de ataque que no fueran centros al área. En casi todas sus incursiones a la ofensiva, los mediocampistas rojinegros buscaron a Mauricio Cuero, esperando que el colombiano pudiera quitarse a uno o dos rivales y encontrar a un compañero en posición de anotar.

Casi como si Juan Reynoso no hubiera preparado para ello a su defensa, Cuero intentó una y otra vez, sin recompensa, enviar el esférico al corazón del área. En alguna ocasión, los delanteros atlistas pudieron conectar un remate, pero nunca con la comodidad suficiente para vencer a Nicolás Vikonis. La única oportunidad clara llegó al minuto 15, pero Luciano Acosta cabeceó demasiado al centro, lo que propició una gran atajada del arquero de la Franja.

Los cambios se hicieron demasiado pronto

Por segundo partido consecutivo, al rival del Atlas le expulsaron un jugador con bastante tiempo en el cronómetro. El problema para Cufré fue que, en esta ocasión, ya sólo le quedaba una modificación para la última media hora de juego.

A pesar de que, antes de la expulsión de Pablo González, el estratega argentino había hecho un cambio ofensivo (Correa en sustitución de Abella), no se dio el tiempo para planificar las modificaciones a partir de la ventaja numérica.

Por el contrario, Reynoso tuvo todo para controlar las circunstancias del segundo tiempo, a partir de cambios y modificaciones tácticas. Edson Rivera entró al minuto 80, pero ya era demasiado tarde para buscar una reacción.

Los jugadores no manejaron la presión

Ya se mencionó el hecho de que el Puebla jugó con un hombre de menos en el segundo tiempo. Por lo general, esto debió haber significado un envión anímico positivo para los locales al final del partido, pero hubo un detalle importante: iban perdiendo en ese momento.

Como se notó en el torneo anterior, al Atlas le cuesta un mundo cuando se ve abajo en el marcador. En esta ocasión, pareciera que los rojinegros vieron el panorama tan a favor que se sintieron abrumados por ello.

En casa, con un hombre de más y el público alentando, el escenario era propicio para que los Zorros le dieran la vuelta o, por lo menos, anotaran el tanto del empate. No obstante, la falta de creatividad al ataque se reforzó aun más hacia el final del partido. Nadie tomaba la responsabilidad de disparar a portería; los repetitivos centros disminuyeron su frecuencia y Vikonis nunca vio su arco en verdadera vulnerabilidad.

Gran lectura de juego de Reynoso

Puede sonar a un cliché, pero es una frase muy cierta en cualquier deporte: el rival también juega. Si el Atlas no terminó por encontrar el rumbo de medio campo hacia adelante, fue debido, en gran parte, al buen planteamiento del conjunto camotero.

Con desventaja de un hombre, Reynoso comprendió que no necesitaba más goles para sacar los tres puntos de Jalisco. Enseguida de la expulsión de González, el técnico peruano sacrificó a Osvaldo Martínez para darle ingreso a Chumacero, un mediocampista de vocación más defensiva. El candado poblano en medio sector terminó por cerrarse hacia el final del partido, cuando Alan Acosta entró en lugar de Omar Fernández.

Si uno ve los minutos finales del encuentro, puede darse cuenta del cambio estratégico planteado por Reynoso. El Puebla cedió la posesión del balón, a sabiendas de que podía defenderse perfectamente sin tenerlo. Como resultado, los dirigidos por Cufré nunca pudieron generar una sola ocasión que hiciera temblar la ventaja visitante.

Falta una voz de autoridad

Uno de los principales movimientos que hizo el director técnico del Atlas para esta temporada, fue nombrar a Martín Nervo como el nuevo capitán del primer equipo. El central argentino ha demostrado tener el peso suficiente para ser un líder dentro del vestidor.

Sin embargo, cuando los rojinegros se vieron debajo en el marcador, no hubo nadie que pudiera motivar al cuadro para buscar el empate. Esto se hizo especialmente notorio hacia el final del partido, cuando el conjunto tapatío más necesitaba de alguien que tomara la batuta y dirigiera a sus compañeros al ataque.

Los Zorros se notaban perdidos en el cambio, sin que alguien se animara a intentar algo diferente para plantarse frente a la portería de Vikonis. Desesperados y cabizbajos, los jugadores de rojo y negro demostraron la ausencia de una voz de autoridad en la parte alta del cuadro; alguien que sepa motivar e impulsar a sus compañeros en los momentos adversos que se pueden presentar en cualquier partido.