Tres derrotas. Es el ftuto obtenido por Rafael Puente en los partidos que ha dirigido desde el banquillo rojinegro. Tres derrotas. Y, más allá del resultado, este viernes quedó claro que este Atlas es de bajar los brazos, de no competir cuando las circunstancias los desfavorecen. Tres derrotas.

Cierto, puede hablarse mucho de que, contra el América, los Zorros compitieron y se vinieron abajo por un gol mal anulado. Pero, si un partido contra el América, en el Estadio Azteca, no te motiva a jugar bien, es porque, en lo futbolístico, estás muerto en vida.

Y, ante Pachuca, se volvió a ver lo que le conocimos al Atlas de Puente en su debut contra Morelia hace dos semanas. Un equipo desbordado, que ataca sin mucha idea, que deja espacios y al que le cuestan los recorridos y que, sobre todo, ha dejado de luchar en los momentos finales.

El ADN de la institución

Todavía recuerdo la presentación de Puente del Río como entrenador del Atlas. En aquella ocasión, el joven director técnico dijo que no prometía el campeonato (nadie esperaba que lo hiciera, para ser honestos), pero sí se comprometió a que su equipo iba a mostrar una cara que complaciera a la afición.

Sus palabras literales fueron: "Las formas representarán lo que exige esta institución: un juego valiente, agresivo, intenso, que nunca claudica y que si le toca morir, lo haga con la frente en alto".

Llevo toda mi vida siguiendo al Rojinegro y, probablemente, dos de los tres partidos dirigidos por 'Rafa' han sido en los que menos he podido encontrar la identidad del equipo. Y contra Pachuca, en especial, no vi ni valentía, ni agresividad, ni intensidad. El Atlas se murió de nada.

Durante los más 90 minutos que duró el encuentro, la Academia no propuso absolutamente nada. Me hubiera gustado ver a Óscar Ustari trabajar más en su regreso al Estadio Jalisco, pero no se vio en la necesidad de hacerlo. Los locales no fueron agresivos y no parecieron intentar serlo.

Pudieron ser más

El primer tiempo quedará en la memoria de la afición como uno de los peores en la historia del fútbol mexicano. Y, cuando digo que fue malo, lo digo porque no hubo un excelente planteamiento defensivo en los dos equipos para nulificarse mutuamente. Lo digo porque ni Zorros ni Tuzos propusieron al frente.

Atlas tuvo más la pelota y se puede decir que, al principio, fue ligeramente superior al visitante. Sin embargo, las jugadas del conjunto tapatío nunca eran finalizadas. Ya sea por malas decisiones, por falta de imaginación o de confianza, los atacantes rojinegros no podían rematar al arco de Ustari.

Si el Pachuca hubiera arrancado el partido con la misma idea (ni siquiera intensidad) con la que inició el segundo tiempo, pudo haberse ido al descanso con uno o dos goles de ventaja. De eso hablaremos ahora.

¿De qué sirve la charla del medio tiempo?

Al ver el desarrollo de la primera mitad, seguro que todos los aficionados atlistas pensaron que Puente haría algún cambio o, por lo menos, ajustes tácticos en la manera de ir al frente. A la cancha salieron los mismos 11 jugadores que terminaron el primer tiempo y, más temprano que tarde, fue evidente que la propuesta iba a ser la misma.

Uno pensaría que el juego cambiaría de manera obligada con el gol de Franco Jara al minuto 54, pero, por otra parte, este Atlas ya nos tiene acostumbrados a verlo ir de mal a peor a raíz de un gol en contra. Minutos después, se marcó penal a favor de Pachuca, Jara convirtió y la historia ya tenía escrito el final, aún cuando quedaba media hora de juego.

Inmediatamente, para terminar de redondear esta noche macabra, José Abella se hace expulsar de forma más que imprudente. En este punto, el aficionado rojinegro sabía que el Atlas ya no tendría capacidad de reacción.

Lo que, personalmente, no me esperaba, era que el Equipo del Paradero, enfrente de su propia afición, le cedería el juego a la visita para que hiciera con él lo que quisiera. En los últimos 30 minutos, 'Rafa' Puente y sus futbolistas decidieron que lo mejor era evitar más goles en su portería. Los Tuzoa entendieron que el 0 - 2 era más que suficiente, aceptaron la tregua y se dedicaron a mantener la ventaja.

Lo psicológico ya está rebasado

En este punto, vuelvo a tocar un tema del que hablé la semana pasada: al Atlas le cuesta un mundo verse abajo en el marcador. Sin embargo, contra Pachuca, este hecho parecía, más bien, una mala excusa.

Uno entiende que, en lo anímico, no es lo mismo buscar un gol para tomar la ventaja que tener que hacerlo para buscar el empate. Pero bajar los brazos y, prácticamente, aceptar la derrota en cuanto el marcador se pone en 0 - 1, es algo que en ningún equipo he visto tan marcado como en el Rojinegro.

Si vas perdiendo un partido, identificas las debilidades, te organizas y te lanzas al frente para tratar de empatar, y con mayor razón si juegas en casa. Acá, llevamos más de un año sabiendo que el remontar un marcador en contra, más que una pequeña posibilidad, parece un milagro.

No sé si los jugadores crean que la afición ya no espera nada de ellos cuando están en desventaja, pero un entrenador que prometió un equipo 'valiente' ya les debería haber cambiado esa mentalidad. ¿Cuánto tiempo más requiere realizar esa tarea? Al día de hoy, no existe una respuesta.

Ahora, ¿también perdemos la cabeza?

Bueno, ya quedó claro que, en cuestión de fútbol, 'la Fiel' no puede esperar mucho de su equipo cuando las circunstancias no le favorecen. Pero este viernes vimos otra faceta de los jugadores que no habíamos visto hasta ahora: la de las patadas y entradas imprudentes.

Ya hablamos de la expulsión de José Abella, quien vio la roja directa después de una plancha que pudo haberle fracturado el tobillo a Juan Manuel Iturbe. Pero ésta fue sólo una de muchas entradas peligrosas hechas por los Zorros después del 0 - 2.

Por más frustrado que un futbolista esté, no puede desquitar su enojo con el rival a punta de patadas. Afortunadamente, ningún jugador de Pachuca salió lesionado del Jalisco, pero no se corre con esa suerte todos los días.

Ahora, si no lo vas a hacer por la integridad del contrario (lo cual sería más que despreciable), piensa en el futuro de tu equipo. En el caso de Abella, al defensa le espera una sanción de, por lo menos, dos partidos de Liga, de acuerdo al Artículo 17 del Reglamento de Sanciones de la FEMEXFUT. En un plantel tan mermado como el del Atlas, no te puedes dar el lujo de causar más bajas por causa de la frustración.

¿Se salva alguien?

Camilo Vargas, sin lugar a dudas. El guardameta no ha dejado ninguna duda de su compromiso con el equipo desde el primer día. Otro jugador cuyas actuaciones, tal vez, puedan ser rescatadas de esta mala imagen general, es Jeremy Márquez. Con todas las limitaciones que pueda tener alguien de su edad en partidos de primera división, el joven ha mostrado una dignidad profesional que me gustaría ver en hombres de mayor jerarquía.

El Atlas debe estar agradecido de que, de momento, no exista el descenso en la Liga MX, pues no se ve cómo pueda salir del hoyo en los próximos partidos.

¿Saben quien no se merece esto? El equipo femenil. Las Rojinegras llevan varios torneos mostrando todo el corazón que le hace falta al cuadro varonil. Si el Atlas llegara a perder la categoría, uno de los mejores cuadros de la Liga MX Femenil desaparecería de la manera más injusta imaginable.

Volviendo con la escuadra de Rafael Puente, se viene Santos, pero ese es el menor de sus problemas. El Clásico Tapatío está a la vuelta de la esquina y, si no se cambia de rumbo en calidad de urgencia, los Zorros pueden llevarse una derrota muy humillante recibiendo al odiado rival.