Antes de iniciar con esta columna, quiero aclarar que lo plasmado en la misma no representa ningún tipo de postura por parte de VAVEL México ni de VAVEL Internacional. Al tratarse, precisamente, de una columna, aquí se expresan opiniones meramente personales. Yo, Rodrigo Íñiguez, soy el único responsable de todo lo escrito a continuación.

 

3 de julio de 2020. A poco más de 24 horas de debutar en la Copa GNP por México ante las Chivas del Guadalajara, el Atlas hizo oficial su refuerzo más mediático en muchos años: proveniente del Club AméricaRenato Ibarra se incorpora al equipo rojinegro a préstamo por un año con opción de compra.

7 torneos, 12 goles y 28 asistencias. Ésas son las cifras que el volante ecuatoriano dejó en el conjunto de Coapa. Buenos números, sí, pero ni siquiera se acercan a ser lo más recordado en la carrera del jugador. Y es que, en marzo de este año, Ibarra fue acusado por violencia doméstica en contra de su esposa, acto por el que incluso fue detenido, si bien su pareja le otorgó el perdón y no se continuó con el proceso judicial (aunque él no fue completamente absuelto por las autoridades).

En cuanto se destapó el escándalo, la directiva del América actuó de forma sensata, como debe actuarse en este tipo de situaciones. El entrenador, Miguel Herrera, separó al futbolista del resto del plantel, y el club le prohibió siquiera ingresar a sus instalaciones.

Durante las semanas posteriores, la Federación Mexicana de Fútbol dejó en claro que Álex Renato Ibarra Mina no estaba reglamentariamente impedido para jugar, y, evidentemente, ningún equipo tenía prohibido el registro del jugador. Aun así,  la escuadra americanista no quiso saber nada del atacante e hizo lo que era lógico para tratar de recuperar algo de su inversión: buscarle acomodo en otro equipo.

Hoy, finalmente, un club alzó la mano y logró hacerse con los servicios del ecuatoriano, y ese club no fue otro que el Atlas de Guadalajara.

No cabe duda de que, en términos estrictamente deportivos, los Zorros adquirieron a uno de los mejores extranjeros que han pisado la Liga MX en los últimos años. Sin embargo, la llegada de Renato Ibarra al cuadro tapatío ha generado muchísimo debate, y no es para menos, porque las dudas en torno al jugador no son pocas ni de importancia menor.

Ganar sirviendo

Hace ya más de un año que el Atlas fue adquirido por Grupo Orlegi, un conglomerado empresarial encabezado por Alejandro Irarragorri que también es propietario del Club Santos Laguna y del Tampico Madero FC. La adquisición del equipo por parte de Orlegi generó expectativas muy altas en la afición, ya que el grupo tiene fama de ser uno de los que se toma el fútbol y los proyectos deportivos con mayor seriedad dentro de nuestro país.

Entre los componentes de la nueva identidad que los nuevos dueños han implementado en el equipo, destaca la filosofía de "ganar sirviendo", que en el propio sitio de Orlegi presume el objetivo cumplido de "generar una compañía de valores, trabajo y personas que a través de la pasión día a día generan valor que trasciende". Además, en palabras del propio Irarragorri, esta filosofía le ha ayudado a su grupo a conseguir "el desarrollo de grandes futbolistas, pero mejores seres humanos".

Al leer estas últimas palabras, no puedo evitar la comparación de la teoría con la práctica y encontrar contradicciones entre lo que en su momento dijo Irarragorri y la contratación de un futbolista con el historial de Renato Ibarra. Cierto es que las indisciplinas dentro del plantel atlista han disminuido desde la llegada de grupo Orlegi, pero lo del ecuatoriano choca bastante con los valores que se quieren implementar.

Cierto es que, después del incidente con su pareja, el futbolista publicó un video en el que pide perdón y se arrepiente de lo sucedido. El ejercicio era necesario, pero, siendo honesto, pareció más un intento por limpiar su propia imagen que una verdadera muestra de arrepentimiento.

Las condiciones de la cesíon

La llegada de Ibarra a la Academia se cocinó durante un par de días antes de convertirse en noticia oficial. Durante este periodo, la periodista Natalia León dio a conocer que, dentro de las cláusulas de la transacción, el Club América le solicitó al Atlas asegurarse de que el jugador acuda a terapia psicológica durante su estadía en Guadalajara.

Yo soy alguien que cree en la reinserción social de los individuos, y me parece que, para Renato, no hay otro camino que la ayuda de profesionales de la psicología. No obstante, pienso que cuatro meses no son suficientes para lograr que el atacante se haya convertido en un ciudadano modelo. Pero, mientras esto sucede en realidad, el ecuatoriano portará la camiseta rojinegra y defenderá a una institución cuyos valores ya han sido puestos en entredicho por una parte de la prensa y de los aficionados.

Reflexiones de un atlista

Alentar a un equipo casi siempre es cuestión de identidad, y uno, en parte, se identifica con un club por sus valores. Pero los valores no son lo único, pues hay más variantes en la ecuación: historia, colores, jugadores, tradición, recuerdos...

Con lo anterior quiero decir que seguir apoyando al Atlas no te convierte en mejor ni peor ser humano, así como estar en contra de la llegada de Renato Ibarra no te hace ni más ni menos rojinegro. A pesar de esto, en las últimas horas, no ha sido poca la gente que ha manifestado el abandono de su pasión por los Zorros.

Yo, por mi parte, seguiré deseando que el equipo gane cada partido, pero tengo claro que la calidad futbolística no debe estar por encima de la calidad humana, y el profesional nunca puede separarse de la persona.

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