Lentamente, las esperanzas se fueron ahogando en un vaso que hoy luce medio vacío. El contexto de los últimos cinco juegos se perdió en el abismo, justo al lado de los dieciséis gritos de gol que se proclamaron durante el torneo.

Un territorio inhóspito les esperaba en la antesala de los cuartos de final, un territorio bañado de temor, de ansias o, en algunos casos, de conformidad resignada.

El panorama nunca lució alentador, durante el juego se optó por la comodidad de defender algo que aún no se había conseguido; durante el partido se eligió el papel de la víctima soñadora que, con base en la violencia, recibe a manos llenas un castigo del contendiente.

Más de media docena de disparos se escucharon, incluso más fuerte que los gritos de aquel defensor que se quejaba del pisotón del otrora antagonista. Caricias infundadas fueron hechas a placer del rival, dentro de una trama que emulaba al masoquismo, pues hay ocasiones en las que pareciera que al club le gusta padecer, le gusta sufrir, le gusta que lo maltraten.

Tuvieron que pasar más de cincuenta y cinco minutos para percibir una ligera respuesta, una reacción provocada por el daño mayor que el contrario te puede provocar: un gol. Se había recibido un golpe mayor, un golpe que duele en lo profundo del orgullo, un golpe que te despierta; y sí, claro que era un momento complicado de digerir, sobre todo por la valentía de dejar partir al jugador que ahora te hacía ese daño, daño que por cierto a este club nunca despertó.

Fueron transcurriendo los minutos, fueron desgastándose las esperanzas que se escondían en lo más recóndito de la afición (y que no se querían asomar); pero, a pesar de la reacción, esta apenas les alcanzó para cruzar el medio campo.

No hubo ideas, no hubo hambre; por momentos hubo quienes creyeron haber visto al Necaxa de las primeras jornadas, ese por el que nadie daba nada, ese en el que nadie creía. Desgraciadamente, la desventura comenzó en el preciso momento en el que 'el Profe' los despertó, pues llegó cuando nadie había pedido nada, cuando nadie esperaba ya nada…, ahora varios se preguntarán para qué reaccionó, si ya varios creían que estaba muerto (la esperanza regresó, y al final caló más hondo). 

El día de ayer, el equipo culminó el torneo tal como lo inició, sí, con una derrota. Necaxa retomó el nivel que le conocimos mayormente durante el mismo, olvidándose por completo de la afición que sueña con mayores alegrías, y con el inicio de ese proyecto que no termina por despegar.

Ahora es momento de esperar, para que un gran sector de la afición renueve esperanzas y, como cada año, vuelva a ilusionarse con ver al equipo trascender en el próximo 2021.

VAVEL Logo
Sobre el autor