Hace unas horas apenas terminó la temporada regular de la Liga Bancomer MX en su edición Apertura 2016, con un Chivas calificado a Liguilla, en la cuarta posición a raíz de 28 puntos cosechados, apenas tres derrotas en total y un Clásico Nacional en puerta para buscar el pase a semifinales y el premio de volver a derrotar al odiado rival en su pleno festejo del centenario. Hoy la situación en el Rebaño Sagrado es positiva, por lo que es menester recordar lo que fue hace algún tiempo atrás, en torno a la llegada de un elemento importante en este plantel: Matías Almeyda.

Arribó con la encomienda de levantar a un equipo que tenía años la mira baja, peleando el descenso y con pleno proceso de José Manuel de la Torre cortado; la misión se antojaba un experimento complejo y casi imposible para el sudamericano, quien fue criticado de forma dura apenas en su llegada, pues si bien ganó su primer Clásico en el Estadio Azteca, además de sus primeros 3 juegos, cayó en una sequía de resultados que lo llevó a ser recipiente de comentarios negativos hasta el punto en que la prensa lo veía afuera del equipo.

En esta penumbra se destrozaba su estilo basado en usar la presión como primer elemento, el plantel que no parecía terminar de cuajar y salieron quienes le recriminaban el solo ser un motivador. Bueno, en medio de todo eso, ante una campaña irregular aparecería la jornada 10 del Clausura 2016, un nuevo duelo frente al América que no fue exitoso, razón que muchos daban para el cese del argentino, sin embargo se vieron las capacidades que ese equipo podía alcanzar, a lo que secundó la racha de victorias más larga del año, recuperando puestos en el descenso y en la Liga, cambiando el rumbo de un barco que marchaba a los peores números en la existencia del club.

Tal vez ‘El Pelado’ tuvo la suerte de no tener verdadera competencia en la porcentual con Dorados, en vista  que jamás hubiera una presión real, a lo mejor gozó de la nueva actitud de un Jorge Vergara que apoyó la continuidad luego de tener a su quinceavo técnico en 13 años, pero el tiempo le dio la razón, puesto que con el trabajo se fue forjando un estilo de juego, ganándose a cada miembro de la institución y de a poco cambiando los vientos de Verde Valle.

Lo anterior puede sonar un poco más dulce de lo que realmente ha sido, el trayecto de Matías lo hemos llenado de baches desde el primer momento; cada declaración o acción es analizada en el momento, como es de esperar. En esta justa por ejemplo, se hablaba mucho sobre dejar sentada la inversión, con refuerzos costosos y de cierto renombre que han podido ver acción más en Copa, mas su título de ésta misma, su actual subcampeonato, con posibilidad de regresar a Libertadores (en caso de ser resuelto el conflicto) tras ganar la Súpercopa MX, adjunto a  su segunda opción de pelear por el premio máximo de nuestro entorno local, con el apoyo del momento futbolístico que viven los jóvenes a quienes ha dado prioridad y la recuperación de futbolistas como Isaac Brizuela o Jesús Sánchez dan fe a su capacidad.

Puede que sea apenas su tercera competición con ‘El Chiverio’, que siempre el futuro es incierto, no obstante nadie puede negar que hoy los aficionados ‘Rojiamarillos’ comienzan a acostumbrarse a los puestos que tenían años esperando, con el Ascenso MX visto desde lejos, mérito de Almeyda, puede que compartido en parte con su antecesor, pero cabe traer a la memoria que a partir de 2011 apareció la malaria, los últimos lugares  se hicieron habituales, entrenadores iban, venían con la misma suerte del anterior  y se vivía de rachas mínimas, no existía un esquema de juego claro, el grupo se sentía desangelado; Chivas se acercaba a tocar fondo, algo que es completamente diferente en estos momentos.

Hay quien a día de hoy insiste en que  todo es un gran sueño del que pronto la fanaticada tapatía va a despertar, que solo se le gana a ‘muertos’, que pronto Almeyda va a ser despedido. Podrían tener razón, sin embargo, justo ahora podemos decir que el sentir de los seguidores respecto al andar del cuadro jalisciense es uno que hace años no sentían, hubo una alteración verdadera que hoy los tiene en un lugar distinto a lo de hace unos ayeres y todos esos cambios convierten a Matías Almeyda en el técnico de la Revolución. Lo logró con  trabajo, sabiendo aguantar las críticas de propios y extraños.