Lo que el agua se llevó. El partido que medía al León ante Necaxa pintaba para ser uno de los mejores de la jornada y terminó ahogándose de manera estrepitosa, lleno de lluvia y frío; no dejó contento a nadie y que otorgó un punto por bando.

Bastante extraño fue el comienzo de la jornada 2 en el bajío, y es que instantes previo a que se diera el pitazo inicial, una auténtica tormenta comenzó a caer sobre la cancha, acompañando el protocolo de la Liga. A pesar de eso, el partido prometía bastante, como debe ser por la rivalidad que ya tienen estos dos conjuntos.

Poco a poco la lluvia comenzó a hacer de las suyas y a opacar el ritmo del encuentro que para nada estaba desagradable, puesto que había acercamientos en ambos arcos y prendía por momentos a la grada, que no lucía llena, pero sí con un gran ambiente.

Se registraron 25 minutos cuando el nazareno optó por detener las acciones, y es que ya no se podía jugar más; primero, por el intenso aguacero que estaba cayendo sobre la ciudad entera y segundo, porque se generaron grandes charcos que impedían una buena circulación de pelota. Así, jugadores se marchaban dejando una gran incertidumbre en todos los espectadores sobre si seguía su curso o no.

Tardaron casi una hora en arreglar todos los detalles para que se diera la reanudación del encuentro; entre que la lluvia se detuviera, el agua se retirara y los futbolistas volvieran a entrar en calor. A las 8:45 el silbato se volvió a escuchar, pero evidentemente no todo fue igual.

Y precisamente no fue todo igual, desde la tribuna hasta en el trámite. Arriba, se notó una reducción considerable de aficionados y abajo, el trámite cambió drásticamente, haciéndose un duelo bastante abierto, con muchos espacios en todos los sectores de la cancha, aunque cuando llegó el entretiempo, un nuevo descanso, el marcador siguió igualado a cero.

La segunda parte inició ya de manera más habitual, con los decibeles no tan acelerados. Pasados los 5’, Germán Cano dio el primer aviso con un disparo cruzado que se estrelló en la base del poste; fue la primera importante, aunque vendrían más.

Con mejor manejo del esférico y con el control de las acciones, los Esmeraldas se acercaban de a poco al arco de Barovero, y más cuando Mauro Boselli hizo su ingreso al campo, que fue muy pedido por la gente. Sin embargo, de manera silenciosa los Rayos hacían lo suyo, y tras veinte minutos, Puch puso en aprietos a Yarbrough con un disparo que amenazaba con clavarse en el ángulo, pero que terminó siendo controlado.

 Sin muchas emociones, el tiempo siguió su curso y las actividades igual. Fue hasta la recta final cuando Barovero le tapó una de verdadero peligro a Hernández, que se había metido por el lado derecho al área y disparó ante la marca de uno. La poca, pero muy ruidosa afición esmeralda se mantenía a la expectativa.

Con un frío por la lluvia y un disgusto por el resultado, la afición salió del Nou Camp. Lo rescatable, fue que la Fiera sumó ya un punto en el torneo luego de la goleada ante Tuzos, y que del lado de Necaxa, se acumula otra unidad que sirve únicamente para el tema del cociente.