Es difícil no sentir enojo al hablar del juego en donde Puebla visitó a Tijuana. Sobra decir que recibir seis goles, bajo cualquier circunstancia, es negativo. Sin embargo, en este partido en particular, lo verdaderamente lamentable y exasperante, recae en la forma tan dramática en que todos cayeron.

Sosteniendo las palabras vertidas previas a la jornada anterior, Puebla no llegaba a Tijuana en plan de víctima. Por el contrario, las estadísticas lo sustentaban y la consecución de puntos pintaba más que factible. El trámite del encuentro, de la misma manera, confirmó que Xolos no es un equipo avasallador y, por consecuencia, se puede concluir que, si algo mató a los Camoteros, fueron sus mismos errores.

Puebla se regaló ante el equipo de Miguel Herrera porque, en diferente medida, fue partícipe de todos y cada uno de los seis goles que recibió. Desde el primero, en donde pierde el balón en un saque de banda en área rival y la zaga se encuentra lo suficientemente mal parada como para impedir que un tiro chorreado se anidara en la portería; hasta el último, en donde la comedia ya estaba en su máxima expresión y un balón de rutina fue incapaz de salir del área reventado para, más bien, quedar muerto a expensas de que un jugador tijuanense solo tuviera que empujarlo.

Puebla no era humillado así desde 2003

¿Qué más se puede decir? ¿Hay necesidad de reventar a alguien en particular? ¿Hay necesidad de aclarar que cualquier pretexto alusivo a la falta de adaptación a la grama sintética es casi tan lamentable como la sacudida recibida? Al final, Puebla recibió su máxima goleada en liga desde aquel igual de humillante juego del Clausura 2003 ante Morelia en el Cuauhtémoc (por marcador de 1-6) y eso dice más que cualquier otra cosa. Si acaso se pudiera agregar algo sería que, luego de casi década y media, y con incertidumbres directivas tan marcadas como las de ese entonces, cosas como éstas pueden pasar.

Triunfo obligado e innegociable

Aunque en la semana se haya intentado, de nada sirve buscar soluciones al frente micrófono y pretender dar esperanza a través de la palabra. Hoy por hoy, los discursos emotivos, los ‘mea culpa’ o cualquier otra verborrea que pretenda dar calma a la afición, queda corta. Si Puebla quiere lavar su imagen, lo debe hacer en la cancha. Tras dos fechas no se hunde ningún barco y, por lo mismo, el 2-6 se debe revertir jugando. Es lo único que queda.

Puebla viene de dos victorias consecutivas ante Querétaro de local en liga y este domingo tendrá que lograr la tercera. Fácil, definitivamente, no será; pero no hay de otra. Cualquier resultado que no sea un triunfo, solo encaminará el rumbo a un lugar más desalentador y, considerando la rapidez con la que la ventaja de 11 puntos con Morelia se redujo a 7, pondría a La Franja rápidamente en etapa de preocupación segura.

Querétaro, indirectamente, se está convirtiendo en un enemigo para el Puebla en este inicio de campeonato. La primera jornada permitió que Veracruz consiguiera tres puntos y dejó otro más en la bolsa de Morelia en la segunda. No obstante, si algo positivo se puede sacar de su accionar previo a su enfrentamiento con los Camoteros, es su nulidad al frente. Más allá de tener a un par de jugadorazos al ataque, como Camilo Sanvezzo y Emanuel Villa, los dirigidos por Víctor Vucetich no saben anotar en lo que va de sus 180 minutos jugados. Y eso, para un equipo que lleva recibidos 9 goles en esos mismos 180 minutos, deberá ser un aliciente.

Por lo tanto, si Puebla busca lograr un poco de calma en defensa tras sus dos muy desacertadas presentaciones, su oportunidad ante Gallos es inmejorable. Y más lo debe ser considerado que, justamente quedarse en ceros contra el par de equipos (además de Chiapas) que más inmiscuidos están en temas de descenso, habla de que los negrizaules no andan muy afinados en su inicio de campeonato.

Urge que los refuerzos estén listos

Se habló de él la primera semana y se habló de él la segunda, ¿qué está pasando con Osvaldo Centurión? ¿Por qué no alinea con Puebla? Sean cuales sean los motivos, un refuerzo que hizo pretemporada y que tras un par de fechas ni siquiera es registrado para los partidos, no pinta alentador. Mucho menos, insistiendo en que el central ya lleva en Puebla un mes y, principalmente, en que La Franja es el carnaval de la liga a nivel defensivo.

Si a ese tipo de situaciones se remitirá el Puebla, cuesta trabajo pensar que los refuerzos que han llegado lograrán estar prontamente en los onces iniciales de Ricardo Valiño. Por lo pronto, de todos los que arribaron, Gabriel Esparza (el otro que sí hizo pretemporada) ya alineó de titular y, valga decirlo, lo hizo bien.

Aun así, Esparza solo no será factor. Urgiría que todos se pongan a las órdenes del entrenador para los siguientes partidos cuanto antes. Mientras tanto, Centurión ya jugó en la categoría sub-20 y Federico González debutó en Copa MX;  no verlos jugar ante Querétaro, sería preocupante.

Concluyendo, una derrota del Puebla ante Gallos Blancos, automáticamente enciende los focos rojos. Sin embargo, se esperaría que esto no pasara. Puebla no puede desganarse recién en la tercera semana, más allá de lo doloroso del resultado previo. Como espectadores, hay muy poco que se pueda hacer. Existe una responsabilidad total del jugador y el entrenador para enderezar el rumbo de manera rápida. Por el bien del Puebla, que lo logren.