Encima de todos y cada uno de los aficionados en Ciudad Universitaria, se hacía presente la enorme estrella dorada que dotaba de un inagotable calor a la cancha en la que, Pumas vestido de azul, y Pachuca con su alternativo uniforme blanco, disputaban la quinta jornada del Clausura 2017.

Apenas al minuto dos de acciones, mediante un tiro de esquina, Darío Verón tuvo la oportunidad de abrir el marcador para su escuadra, todo terminó en saque de meta. En los siguientes minutos, solo hubo otra acción de peligro, a favor de Pachuca, en la que el delantero Jara quedó solo frente al marco de Saldivar pero gracias a que pisó el balón, terminó en el césped antes de poder intentar marcar.

El reloj continuaba su incesante marcha. En la cancha, la pelota no dejaba de pasar por los botines de auriazules y tuzos en busca de alguien que se hiciera cargo de él. Los jugadores, en su afán de querer que el esférico verde tocara las redes, metían la pierna, se barrían; daban pases de 3 metros tratando de buscar la gran oportunidad, y cuando pudieron tirar, los balones terminaron 3 metros arriba de la portería o en las manos de los arqueros.

Entre saltos, paredes, pases y saltos de línea, el árbitro no dejó de tocar su silbato. Aunque ninguna de las faltas acabó con la lesión de algún futbolista, sí acababa con el ritmo de las ofensivas.

Cuando el balón no puede moverse con soltura en el recuadro verde, las acciones en las que no éste no está en movimiento, como los tiros libre o de esquina, son un escaparate para poder gritar el gol.

 Justamente dos minutos antes de que acabara el primer tiempo, en un córner, Verón remató un centro a la base del poste derecho del arquero Blanco, quién mostró grandes reflejos para atajar ese balón. Pero el rechace, salió al centro del área chica, y con una barrida, el mismo Darío tocó una pelota, que entró como en cámara lenta, para marcar el gol. Con esta acción los primeros 45 minutos finalizaron.

Para la segunda mitad, ninguno de los dos equipos quería que el marcador terminara un gol por cero. La ofensiva de Pachuca comenzó por hacer el primer intento, y gracias al desborde, y posterior centro de Lozano, el balón logró esquivar a la defensa Puma, para ser rematado de volea. Pero antes de que entrara o saliera el esférico, Jara se interpuso y remató con la mano para meter el balón. La acción fue invalidada, y el jugador tuzo, amonestado.

Por su parte, Pumas tampoco se quiso quedar atrás y mediante la pelota parada y un tiro de Cortés, que acabó en la manos del arquero rival, los auriazules querían perforar de nuevo las redes.

A diferencia de lo ocurrido en la primera parte, los ojos del espectador dejaron de concentrarse en el círculo central del campo de juego. Ahora las zonas protagonistas fueron las áreas, y precisamente en la de Pumas, Pachuca tuvo la oportunidad de empatar el partido…

En el minuto 68 de acciones, la delantera tuza corría hacía la portería para quedar mano a mano con Saldívar quien se barrió, sin éxito, para impedir un centro que su compañero Gallardo sí tapó… con la mano. El penal se decretó, Jara fue el jugador dispuesto a anotar, Saldívar el decidido a atajar. El silbato sonó, Jara corrió e impactó justo al centro, posición que los pies del arquero puma no abandonaron para evitar el gol. Pachuca no pudo festejar.

El partido se hacía viejo, mediocampistas y defensas auriazules impedían cualquier intento tuzo por empatar el marcador. Sin embargo, a 5 minutos de que todo terminara, una falta a favor de Pachuca,  se marcó en tres cuartos de cancha. El balón fue impactado, superó cualquier cabeza Puma para llegar a la del defensa Murillo, quién al rozar el balón, hizo que entrara pegada al poste de Saldívar que poco pudo hacer para evitar el empate.

Cuatro minutos fueron agregados al tiempo reglamentario. Pachuca no dejó de atacar a su rival: Lozano estuvo cerca de anotar con un disparo, en los linderos del área, que Saldívar detuvo de forma correcta. El tiempo restante terminó por esfumarse y ambas escuadras se fueron con un punto de Ciudad Universitaria.

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Sobre el autor
Gabriel Sánchez
Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UNAM. El fútbol es una excusa para ser feliz