"¿Para marzo?, es una declaración valiente", pensé en cuanto escuche la fecha programada para tener la Arena da baixada lista en miras a la Copa del mundo que en unos cuantos meses deberá estar en marcha sobre tierras brasileñas.

Justo ahora me encuentro en Brasil y claro está que no podía perderme la oportunidad de visitar una ciudad adyacente a ser mundialista y visitar el estadio correspondiente de dicha metrópoli. Llegué a Curitiba y directamente me dirigí hacia el estadio Joaquim Américo Guimaraes, más conocido como Arena da baixada.

A simple vista quedé ciertamente sorprendido por la magnitud del proyecto que se tiene para ese recinto, sin embargo, los avances son mínimos en comparación a lo que aún falta por hacer.

El secretario de la FIFA, Jérome Valcke, ha ya declarado que no hay un sólo minuto por perder. Los organizadores cariocas deberán estar intranquilos por el estadio más grande de la ciudad (el cual, por cierto, ya había sufrido una importante remodelación en 1999) pues a escasos 10 meses de iniciar la justa, el tiempo se convierte en el peor enemigo para una sede que se ha preocupado no sólo en remodelar su estadio, sino en mejorar sus vialidades, reconstruir algunos edificios aledaños que nada tienen que ver con futbol y dar una imagen positiva de una de las urbes con mayor riqueza (es la ciudad con más Ferraris en todo Brasil) pero asimismo, con mayor índice de delincuencia del país.

No obstante, durante mi paso por esta ciudad me pareció evidente que es poseedora de una cuantía importante de factores positivos para ser una gran sede mundialista. Curitiba es la capital del estado de Paraná, el tercero más al sur de Brasil y con un alto nivel en su índice de desarrollo humano.

Engloba, también, un transporte público de eminente cota, vida nocturna, abundantes opciones de entretenimiento y es la ciudad con más parques en el mundo, manteniendo una extensión de 52 m2 de zona verde por habitante, mucho más que los 16 m2 recomendados por la ONU. Y aún más importante, pude darme cuenta de que es una localidad totalmente futbolera, con una afición fragorosa y entregada.

Como parte de la experiencia ni podía dejar pasar la oportunidad de vivir un juego de futbol profesional en el país del rey Pelé, así que a pesar de la fuerte suma de 120 reales (aprox. 740 pesos mx) que tuve que desembolsar por un boleto, decidí ser parte del público que llenó el Estadio da Vila Capanema el domingo pasado, una pequeña y antigua edificación para 20 mil personas que albergó algunos juegos de Copa del Mundo en 1950 y en el cual, el Atlético Paranaense está jugando como local debido a las obras en la Arena da Baixada.

En esta oportunidad, el "Furacão" recibió al Portuguesa, y con un gol durante los primeros cinco minutos le bastó para vencerlo. Lo más espectacular de la noche no fue el futbol desplegado por ambos conjuntos en el terreno de juego, sino el ambiente vivido en la tribuna por un equipo poco exitoso como es el Atlético Paraense y que a lo largo de los 90 minutos juego pude sentir en el aire eso que necesita cada ciudad que desee ser mundialista, pasión por este deporte.

Dicho esto tengo total certeza de que Curitiba tiene todo para ser una sede exitosa durante el mundial de 2014, pues cumple con los elementos primordiales para considerarla así, a excepción de uno sólo, el esencial, el básico: un estadio listo, por lo que espero pueda estarlo antes del 12 de junio del 2014 y a pesar de tener mis dudas, confío en que así será.