No saben lo que daría por que llegue mi mamá y me diga: “Ya despierta, Luis Fer, fue sólo una pesadilla. Sigue siendo sábado”.

Ha pasado una hora desde que Pedro Proenca dio el silbatazo final. Quién diría que un silbato pudiera hacer magia, con solo haberlo soplado, dos naciones tomaron giros totalmente distintos. Las caras de la derrota y victoria aparecieron, como por arte de magia.

Después del final del partido, empecé a leer comentarios de diferentes personas, y me asusté. Veía mi celular con asombro, no podía creer lo que leía. Y es que lo que encontré es alarmante: Hay mexicanos a los que les gusta que perdamos, para poder hablar mal del equipo, del país, poder usar el famoso “se los dije”. Nunca voy a entender lo anterior, y como no lo merecen, voy a dejar de hablar de ellos, no se les debe dar importancia.

A mí lo que sí me preocupa, es que solo somos muy pocos los que todavía tenemos la virtud de soñar, ya nadie quiere soñar, no sé si porque nos les guste o porque simplemente no lo consideren importante, pero ya no sueñan. Así que si tú soñaste conmigo, te agradezco como no te imaginas, mil veces, gracias.

Dejemos por favor de martirizarnos nosotros mismos con el tema de los Octavos de Final, ya basta. El futbol es para disfrutarse, no para hacernos daño. Y también, muy importante, no busquemos más culpables sobre lo ocurrido el día de hoy, porque no los hay.

Lo que pasó hoy en la cancha es simplemente futbol, no es que nos echamos para atrás, no es que se equivocó el árbitro, no es que no funcionaron los cambios. Tenemos que entender que el futbol puede ser todo menos justo, si fuera justo, qué aburrido. Y aunque haya sufrido como nunca el día de hoy, le agradezco al futbol dejarme experimentar este tipo de emociones, ningún otro deporte en el mundo puede hacer esto.

Miguel Herrera, gracias. Si México tuviera los productos de gallina que tú tienes, otra historia sería. Estoy convencido que de tu mano, vamos a hacer historia.

El que hoy esté enojado, es porque no entiende lo que es este deporte. Hoy hay que estar tristes, no enojados. Tristes, porque hicimos casi todo, y no se pudo, porque lo intentamos con más garra y corazón que nunca; y aún así, caímos. Tristes, pero orgullosos.

Agradezcamos todos a este grupo de futbolistas que se pusieron la camiseta y quisieron hacer historia, necesitamos más de estos mexicanos, quienes intenten y mueran en la raya, antes de dejarse vencer.

Soñé más que nunca, sufrí más que nunca, grité más que nunca, y hoy, quiero estar contigo más que nunca, México. Gracias.

Trato de buscar explicaciones y no las encuentro, pero para cerrar, voy a hacer alusión a una frase del maestro Juan Villoro, pero con una pequeña modificación:

Dios es redondo, pero casi nunca le va a México