Las mejores películas siempre tienen un gran final. Derek Jeter se despidió de su templo sagrado y la afición en el Yankee Stadium se entregó en cuerpo y alma para despedir a su último héroe. El “Capitán” vistió por última vez la franela de los Yanquis como local y pegó un sencillo que significó el triunfo en la novena entrada para cerrar con broche de oro una carrera magistral.

En el juego 6 mil 744 de su carrera, Jeter se fue de 5-3 con tres carreras producidas y bateó un imparable en el ocaso de su último juego como local para vencer 5-6 a los Orioles de Baltimore, en un final que dignificó la carrera de un hombre que se convirtió en leyenda.

Apenas conectó ese sencillo en el noveno episodio para vencer a Baltimore, Jeter dijo que jugó su último partido en el campo corto, pues ahora sólo jugará como bateador designado en los últimos tres encuentros de su carrera, a disputarse en Boston este fin de semana.

Apenas terminado el último juego del gran capitán como local, fue abrazado por sus compañeros cerca de la segunda base, mientras los otros tres integrantes del grupo de los "cuatro amigos" (Andy Pettite, el panameño Mariano Rivera y el puertorriqueño Jorge Posada) brincaron al terreno a felicitarlo junto con el ex manager Joe Torre, el boricua Bernabé Williams y Tino Martínez.

El guión en la película tenía reservado el último momento épico para Derek Jeter

El partido comenzó con un ambiente lleno de nostalgia, como si la afición tuviera la sensación de que acudir al Yankee Stadium a partir de ese día, ya no sería igual. "El Capitán” se arregló las medias, tomó su guante y se colocó por última vez en su posición, en ese campo corto que también sufrirá por no sentir los spikes del Jet pisándolo con la gallardía que lo caracterizaba.

Pese a la tristeza, los 48 mil 613 espectadores estaban de fiesta; en todo Yankee Stadium retumbaba el grito de “¡Derek Jeter!” cuando de pronto, Nick Markakis y Alejandro De Aza silenciaron a la multitud con dos secos batazos que mandaron la pelota al otro lado de la cerca. Dos turnos al bat y dos carreras para unos Orioles dispuestos a arruinar la fiesta del mítico “2” de los Mulos.

Tocó turno para la ofensiva neoyorquina, Brett Gardner mandó la pelota de hit y apareció la estrella de la noche. El novato del año en la Liga Americana en 1996, apenas pisó la almohadilla y la gente se estremeció, “El Capitán” pegó un doblete y remolcó la carrera de Gardner para hacer estallar a la afición.

Se retira siendo el líder histórico de hits en play-offs

Brian McCan mandó la pelota al bosque derecho e impulsó la carrera de Jeter, quien paralizó a Nueva York por un instante para poner el 2-2 en el primer rollo.

Fue hasta el séptimo rollo cuando la historia citó a Jeter para despedirse por la puerta grande.  El número “2” conectó una recta que se coló por el bosque izquierdo, con su imparable, el oriundo de Nueva Jersey remolcó una carrera y tras un nuevo error en el fildeo, cayó una más para que los Mulos de Manhattan le dieran la vuelta al juego 2-4.

Brian McCan produjo una más, casi de manera inmediata, cuando elevó de sacrificio para que Gardner anotara el 2-5 para los locales.

En la parte alta de la novena entrada, Adam Jones bateó un vuelacercas productor de dos anotaciones y recortó a una carrera la desventaja de los Orioles. Pero eso no era todo en lo que pintaba para una despedida gris para Derek, pues Steve Pearce conectó otro jonrón que emparejó los cartones 5-5, el daño estaba hecho.

El guión en la película tenía reservado el último momento épico para el “Capitán América”. Jeter tomó su bat y mandó a la registradora a Gardner, para despedirse del Yankee Stadium con un sencillo remolcador para poner el 5-6 definitivo a favor de su amado equipo.

Derek Jeter se retira como el líder histórico de hits en postemporada con 200, el cuarto mejor porcentaje de bateo en series mundiales con .321, el que más carreras logró en postemporada con 111. Como si todo esto fuera cualquier cosa, "El Capitán” se quitó su inseparable gorra con la insignia de los Yanks, se despidió de sus aficionados y sonrió entre lágrimas, como si se tratara de un humano.