Cada vez que llega un 2 de octubre, la real memoria de la sociedad mexicana llega con un 'no se olvida'. Y se reafirma claramente porque, durante una buena cantidad de años, fue el propio gobierno quien trató de cubrir cualquier huella del movimiento estudiantil y su represión en la Plaza de las Tres Culturas en el año 1968.

Gustavo Díaz Ordaz, junto con su hombres allegados en el gobierno, ordeno el termino absoluto de un movimiento que gritaba, en aquellos tiempos, el "No queremos olimpiadas, queremos revolución". Un hombre tajante que necesitaba de una buena imagen pública y que le encataba el orden a cualquier precio. La protesta juvenil manchaba totalmente los esfuerzos de los organizadores, quienes tenían poco presupuesto y mucha imaginación para tapar todo lo que no se viera 'bonito'.

(Foto: Archivo)
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La XIX edición de los Juegos Olímpicos estaba a diez días de su inauguración. Muchos de los atletas estaban llegando pronto. La prensa empezó a volverse más cerrada. Es por eso que, de golpe y plumazo, esta represión para Díaz Ordaz era ‘necesaria’. Pero… ¿En algún momento pudo afectar la condición del deporte este acto social tan detestable?

El hermetismo en la delegación olímpica mexicana fue total. Además de que muchos de ellos eran parte de las fuerzas armadas, otros fueron aislados de toda noticia o rumor que estuviera alrededor de la villa olímpica. Esto lo han declarado en muchas ocasiones Felipe Muñóz o Enriqueta Basilio, por lo que el movimiento estudiantil no llegó a tocar a estos deportistas, que por cierto pudieron ser los mejores portavoces de lo que sucedía en esos momentos para el mundo.

Lo que sí tuvo bastantes bajas fueron los voluntarios del comité olímpico, encabezado por Pedro Ramírez Vázquez. Muchos estudiantes se habían enrolado para hacer de guías, vallas humanas o jalacables para el magno evento. Se sabe que buena parte eran universitarios y, mientras se preparaban para estas tareas, también iban a los mítines, marchas y eventos propuestos por el Consejo General de Huelga. Aunque sin cifras oficiales, parece ser que varios jóvenes registrados estuvieron en Tlatelolco aquel funesto día.

(Foto: Archivo)
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Aunque la llegada de la prensa extranjera debió de ser importante para los que exigían justicia, pocos fueron los que se atrevieron a hablar. Todo era deportes y las estrellas que podían derribar el supuesto muro de ‘pocos records’ por la altura de la Ciudad de México.  Iba a llegar el 12 de octubre como algo ‘impoluto’ aunque ciertamente bastante tenso. Se sigue recordando la anécdota de que, alrededor del Estadio Olímpico Universitario, voló un papalote con la forma de una paloma negra similar a la del símbolo de la paz que había esparcido el gobierno y los organizadores.

VAVEL México traerá, en los próximos días, especiales sobre las hazañas de la primera olimpiada en un país del llamado ‘tercer mundo’. Pero no se puede olvidar que, tres meses antes, la sociedad tenía la cabeza en todo menos en un evento de magnitud mundial. Y tampoco olvidar que el deporte se puso sobre la sociedad por un momento, de la peor manera posible y con las consecuencias más tristes para el futuro histórico de nuestro país.

 

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