Lo más interesante en el trabajo y la vida, según dicen los sabios, es convertirse en algo que no se era en principio; darse cuenta de que somos un devenir constante, cambiante. El juego, y todo lo que hacemos, merecen la pena por esto.

La del Medellín es una historia de altibajos, de irregularidades, de volubilidades. Jamás ha sido un equipo regular, uno que sostenga sus más grandes campañas por largo tiempo. Sin embargo, como escribió Guillermo Zuluaga: “No siempre fueron las delicias de la derrota”. Por ejemplo, desde el subcampeonato conseguido por el equipo dirigido por Bolillo Gómez, Medellín no volvió a clasificar a la siguiente fase en las tres temporadas siguientes. Luego, fue subcampeón nuevamente con Hernán Torres.

También podría decirse que la del Medellín es una historia dialéctica: “Sarmiento, el tiempo te dio la razón, te sacaron esos vagos”, decía una pancarta en occidental que se exhibió en la Fecha 12 de la Liga Postobón 2014-I, junto con otros muchos trapos y leyendas que exigían una respuesta a los jugadores acerca de su paupérrimo rendimiento en la cancha. Aquel partido, el 26 de marzo de 2014, Medellín venció al Cali por 2-0. Esto hace ya poco más de un año.

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Previamente, a mediados de la Liga 2013-I, Medellín había sustituido a Hernán Darío Gómez por el técnico Óscar Pérez. Jamás había dirigido como profesional, pero la mayoría de hinchas del Medellín lo respaldaron; rememoraban aquella épica campaña que logró Leonel Álvarez cuatro años atrás, siendo también un “novato”. Además, las expectativas estuvieron puestas en Giovanni Hernández, Juan Pablo Pino, entre otros. Ad portas del centenario la situación era caótica. Medellín no había clasificado la temporada pasada y su cupo en los ocho de la presente se empezaba a alejar, peligraba en el descenso, aquellos referentes recién llegados eran una sombra de lo que fueron en su pasado: el aforismo de que las segundas partes nunca son buenas parecía cumplirse.

En medio de esa situación, los directivos del ‘poderoso’ tomaron la decisión de traer a otro viejo conocido, Pedro Sarmiento. Sin embargo, cuando se intentó recomponer el rumbo, ya era demasiado tarde. Para infortunio de los hinchas rojos la clasificación fue otra vez esquiva. A pesar de ello, la confianza en el técnico campeón ‘aquel 27 de junio’ se ratificó para el año 2014; pero la calidad que alguna vez mostraron los jugadores presentes en aquella nómina, no. En consecuencia, apenas seis puntos de 18 posibles consiguió el Medellín en el inicio esa Liga. La dirigencia, en medio de opiniones divididas, despidió a Pedro Sarmiento. El 23 de febrero de 2014, en el Estadio Metropolitano Ditaires, se estrenaron Hernán Torres y Darío ‘el Chusco’ Sierra en la dirección técnica  del ‘Poderoso’ con un empate frente a las Águilas.

El resto es ya una historia que hasta el día de hoy ha tenido como sinónimos: ‘regularidad’, ‘compromiso’, ‘trabajo’, ‘categoría’, ‘fútbol estético’; y también: ‘todos en uno’, ‘lleno total en el atanasio’, ‘fiesta en las tribunas’, ‘familias en el estadio’, ‘este año sí’, ‘estamos felices, estamos contentos’, entre otros.

Antes de la llegada de Hernán Torres y la labor administrativa de Eduardo Silva Meluk, Medellín tuvo siete directores técnicos en el periodo de cuatro años. Además no se clasificó a los octogonales durante tres temporadas. Era un equipo sin alma, deplorable.

Ahora es un equipo sólido, en el amplio sentido de la palabra. Y su hinchada continúa siendo indescriptible, masoquista, “la más linda del mundo”.

El próximo sábado tiene una cita en ‘El Coloso de la Avenida Centenario’, será animada con las banderas y los colores que han acompañado a este equipo durante sus más de 101 años. “Jugar sin hinchada es como jugar sin música”, decía Eduardo Galeano; Medellín, por fortuna, ha contado en los peores y mejores momentos de su historia con una orquesta.