Festival de San Sebastián (I): violencia y amor
Fotograma de la película "Mommy". (Foto (sin efecto): scd.rfi.fr).

Está claro que, posiblemente, el atractivo más importante de un festival de cine es la gran cantidad de películas que pueden verse en tan poco tiempo y en un mismo espacio. Pero hay muchas más cosas que hacen de estas citas cinematográficas tan especiales: la posibilidad de ver a los miembros de las películas en directo, estar presente en primicias mundiales, convivir con un gran grupo de personas que tienen la misma afición que tú... Y, sobre todo, la variedad de películas que hay y como pueden, cada una, tratar algunos temas similares pero de formas distintas. Entre las cuatro cintas visionadas el primer día del Festival de San Sebastián se plasman de varias maneras dos temas clásicos del séptimo arte: la violencia y el amor.

La primera cinta de la jornada (y del festival) ha sido The Equalizer, protagonizada por el merecedor de esta edición del Premio Donostia, Denzel Washington (quien recogió por la noche su premio a lo largo del acto de inauguración del evento). Posiblemente la película, de las que se proyectan a lo largo del Donostia Zinemaldia, de la que se ha hablado más estos días en los medios de comunicación masivos.

Por eso no era de extrañar que la sesión de las 11 de la mañana, en la sala grande del Kursaal, estuviera cerca del "sold out". Pero eso tampoco era raro, además del nombre de Denzel Washington, cada año se llena la sala principal del festival con la superproducción americana de cada edición (como pasó hace dos años con Argo). Aunque recordamos que masificación de gente no tiene porque ser igual a calidad... Y, en este caso, The Equalizer ha sido la decepción de la jornada.

The Equalizaer, con Denzel Washington, ha sido la decepción de la jornada inaugural

Antoine Fuqua, el encargado de dirigir la película, ya tiene experiencia en crear cintas con bastante éxito de público pero con el disgusto de la crítica (Objetivo: La Casa Blanca, El Rey Arturo), a excepción quizás de Día de Entrenamiento, con la que se llevó la satisfacción de ambas partes. Washington interpreta el papel de un hombre mayor, trabajador, humil y tranquilo quien, después de ver como maltratan a Teri, una prostituta que conoce del bar, decide salvarla de los mafiosos que la obligan a trabajar y tomarse la justicia por su cuenta. En seguida el espectador se da cuenta que esconde un pasado misterioso este personaje que es una mezcla de Charles Bronson, Terminator, MacGyver y, porque no decirlo también, con habilidades de Chuck Norris.

Aunque parece partir de una trama muy clásica (hombre solitario intenta salvar a chica, hombre tiene un amigo/ayudante débil, hombre tiene que acabar con todos sus enemigos para vengarse) que intenta acercarse a los mundos de la mafia rusa, como en Promesas del Este de Cronenberg, enseguida el guion va perdiendo la coherencia y se va dejando el "cómo", dificultando la verosimilitud de la película.

El director ha querido que no faltara ningún cliché: enemigos rusos, policias corruptos, explosiones, el uso de la cámara lenta, duelos bajo la lluvia, la superioridad del héroe frente todos los demás... E incluso la figura solitaria del protagonista con el sol poniéndose que a más de uno le hará pensar en Lucky Luke. Para todos aquellos que les gusten las películas con disparos, violencia gratuita, gran cantidad de hechos sin sentido, agujeros en el guion y un final resuelto en menos de 5 minutos, ésta será su película.

Sección Perlas

Después de comer y recuperar la fe, ha sido el turno de desplazarse hacia el teatro Victoria Eugenia para ver la ópera prima de Daniel Wolfe. Catch Me Daddy, presentada en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, forma parte de la sección Perlas del Donostia Zinemaldia y opta al Premio del Público. La sala estaba llena, parecía alta la expectación para el debut del británico, que consiste en la narración de una pareja que huye de unos cazarrecompensas ya que el padre de la chica la quiere de vuelta a casa (quien se había escapado ya que su progenitor la había intentado matar).

Daniel Wolfe presentó Catch Me Daddy, thriller del nuevo realismo británico

El inicio de la película parecía cumplir la expectativa de los asistentes, quienes cada vez se encontraban más absorbidos por este thriller del nuevo realismo británico que parecía estallar en cualquier momento. Pero precisamente es a partir de este momento cuando el guion empieza a resbalar en algun momento y la tensión se va perdiendo a favor del malestar del espectador. Una cinta que intenta mostrar con tanta objetividad las partes más oscuras de los seres humanos que en algún momento se pierde la verosimilitud. En esta historia no hay sitio para las sonrisas, todo es oscuro y sin escapatoria posible, hasta llegar en un momento que quieres que la película termine ya y huir de esta crueldad.

Tomar el aire, respirar, reflexionar, comentar con los otros asistentes qué les ha parecido la cinta de Wolfe y entrar en la segunda sala del Kursaal para ver la primera cinta de la sección Nuevos Directores, No todo es vigilia. En esta ocasión se ha cambiado radicalmente el registro y la violencia ha sido sustituida por una dosis de amor entre dos personas mayores que se ha estado nutriendo de los corazones de los dos protagonistas durante más de 60 años. Hermes Paralluelo ha sido el encargado de dirigir esta cinta que navega entre la ficción y el documental, y los dos ancianos a los que he retratado son su abuela y su abuelo.

Enseguida el espectador ve que, además de centrarse en únicamente los dos ancianos, la película está hecho al ritmo y a medida de la gente mayor. Siempre se agradece que en el cine se le dé la voz a la gente mayor, que no caigan en el olvido de la sociedad. Una cinta en la que el espectador conectará fácilmente con las dos almas de la cinta, ya que los ancianos que aparecen en pantalla podrían ser pefectamente los abuelos de cada uno de los asistentes. Momentos de risa, momentos de reflexión, incluso momentos de sufrimiento... El director no pretende nada más que dar la voz a sus abuelos y plasmar lo más real posible sus actividades diarias. Quizás sea demasiado recurrente algún gag a lo largo del metraje; pero es inevitable acabar la cinta con una sonrisa y amando a las dos almas protagonistas.

Xavier Dolan llega con su Mommy

Parecía que el día iba 'in crescendo' y que con el paso de las horas las películas de la jornada parecían más interesantes. La última cinta no rompió el progreso, justo el contrario, fue la mejor del día. Mommy, la última película del joven director y actor Xavier Dolan (con 25 años de edad ya ha dirigido cinco largometrajes), se esperaba con gran expectación después de haber ganado el Gran Premio del Jurado (ex-aequo con Adieu au language de Godard) en la pasada edición del Festival de Cannes. Y el público ha quedado más que satisfecho y posiblemente es de las cintas, dentro de la sección Perlas, que tiene más números para hacerse con el Premio del Público.

Dolan convence en San Sebastián con su mejor obra hasta la fecha

Es evidente que en estos cinco años el director de Canadá ha madurado mucho cinematográficamente. Aunque su debut en la dirección (Yo maté a mi madre) ya causó un gran impacto, sin duda Mummy es la mejor película que ha dirigido. Aunque mantenga sus toques personales, el estilo del artista se ha visto muy depurado, consiguiendo que su melodrama característico sea mucho más verosímil. Con un gran montaje y un dominio de los tempos, la película consigue que el espectador vaya de las risas a las lágrimas en muy pocos segundos y que no dejé de mirar la pantalla (en formato 1:1) atentamente a lo largo de los 139 minutos de metraje.

Momentos de tensión, de ilusión, de arrepentimientos, de alegrías... Una cinta muy rica en emociones ayudada por unas interpretaciones brillantes de los tres protagonistas. Dolan ha madurado, sus personajes también, y esta cinta que retrata la figura de una madre vidua que intenta llevar a su hijo con problemas psicológicos por el buen camino, ha sido un paso muy importante para su carrera cinematográfica.

VAVEL Logo