Una de las más grandes historias de amor y desamor en el futbol, es la que ha escrito Pep Guardiola en los últimos años. Un entrenador que no pasa desapercibido, un eterno enamorado del futbol, un amante tan perfecto y a la vez tan imperfecto que te romperá el corazón para conquistar a su siguiente víctima; y terminarás odiándolo, aunque en el fondo le sigas amando. Ese es Josep Guardiola, quien primero pescó en sus redes a un José Mourinho que había llegado al Barcelona en 1996, como traductor de sir Bobby Robson. Ahí, Mou tuvo su primer encuentro con quien, años después, le rompió el corazón con un 5-0 en el Camp Nou.

Tras la marcha de Robson del Barça y la llegada de Louis van Gaal al club, el Guardiola futbolista estuvo más próximo a Mou, quien en ese momento empezó a desempeñarse como segundo entrenador del holandés. José Mourinho empezaba a bordarse una carrera como entrenador con grandes maestros que han tenido mucho que ver en su vida profesional, pero Pep no se quedaba atrás y podía añadir a su currículum el haber vivido el Dream Team de Johan Cruyff. Una telaraña entre ambos ya se tejía y nadie lo sospechó en su momento. Llegó el tiempo en que ambos se separaron, Mou se llevaba al Barça en el corazón, también se marchaba con los recuerdos de esos entrenamientos que terminaban con él y con Pep tendidos en el césped charlando de futbol. Estoy segura que a Mourinho fue a quien le dolió más dejar al Barcelona y a Pep que a nadie más.

En el fútbol nada está escrito y si bien fue el futbol el que los separó, fue él mismo quien los volvió a encontrar, esta vez a ambos como primer entrenador de sus respectivos equipos. En el año 2008, Mou llegaba a dirigir al Inter de Milán y Pep Guardiola al primer equipo del Barça, esa primera temporada del Noi de Santpedor fue la del triplete, que después se convertiría en sextete, pero no fue hasta la campaña 2009-10 cuando el portugués y el catalán se encontraron nuevamente en un estadio. Era la semifinal de la Champions League y en el Giuseppe Meazza se cocinó un 3-1 a favor de los interistas de Mou; en la vuelta, Pep poco pudo hacer y terminó eliminado del torneo, no sin antes recibir una caricia en la nuca de Mou, quien le susurraba al oído el poema "vamos a ser campeones".

Aquella temporada, el Inter de Milán ganaba la Copa de Europa, el poema que en su momento fue amenazante terminó siendo una realidad y al día siguiente se anunciaba el fichaje de Mou por el Real Madrid. A partir de entonces, el portugués se dedicó a lanzar flechas al corazón de Guardiola cual Cupido despechado. "Hay gente más inteligente que yo, que intenta tener otra imagen diferente a la mía, pero son iguales que yo", "Guardiola tiene una Champions que a mi me daría vergüenza de ganarla, porque ha sido tras el escándalo de Stamford Bridge y esta la ganará tras el escándalo del Bernabéu", "¿Cómo se dice mentiroso en catalán?". Guardiola, en ese entonces, parecía no haber sido herido por los flechazos de Mou, hasta que un día, ante la sorpresa de los que estábamos en esa sala de prensa de la Ciudad Deportiva Joan Gamper, el siempre educado Pep perdía los estribos y espetaba: "Él es el puto jefe y el puto amo en esta sala"; ese fue el día en que Guardiola se rendía a Cupido por primera vez. Mou ganó esa batalla de amor, tal vez solo por esa única vez. El destino después se encargaría de separarlos.

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(Por Pilar Súarez | @pilsua)