Yo vi todo”, relataría muchos años después el "Chueco". “Estaba por pasar a los coches que luego se accidentaron: Hawthorn (Mike), Macklin (Lance), Levegh (Pierre)… Habían pasado  tres horas de la carrera, iba a unos 250 kilómetros por hora.

Es tiempo de cambiar piloto. Hawthorn disminuye su velocidad y se acerca hacia los boxes. Es la maniobra que luego le será discutida. La comenzó mucho antes de 300 metros de los boxes. Macklin se abre un poco, lo justo para superar a Hawthorn… Levegh trata de pasar por el centro pero no encuentra espacio, se sube sobre el auto de Macklin y decola… Yo me aferro al volante y espero el golpe que no sé por qué no llega. Mi Mercedes pasa por un pelo acariciando el Austin de Macklin que, atravesado, rasga el asfalto de la pista, Detrás mío dejo el infierno…”

Ese infierno al que se refería Juan Manuel Fangio es considerado el mayor accidente en la historia del automovilismo. Esto sucedió durante las emblemáticas 24 de Le Mans, en Francia, exactamente a las 18:30 del sábado 11 de junio de 1955, cuando el Mercedes Benz del local Pierre Levegh, se montó sobre el auto de otro competidor, saliendo despedido hacia las tribunas repletas, en donde murieron 84 personas (entre ellas, el piloto francés) y 82 resultaron heridas.

El mundo del motor sintió este durísimo golpe. Prohibiendo ese mismo año todas las competencias en Francia; Alemania y España suspendiendo sus Grandes Premios; Mercedes Benz decidió dejar de participar en el automovilismo deportivo durante casi cuatro décadas; el gobierno suizo había vetado todo tipo de competencia automovilistcas... ¡hasta el 2018!, cuando en Zurich, Suiza, corrieron los autos eléctricos de la Fórmula E. Fangio, que en ese trágico año para el Automóvilismo lograría su tercer título mundial en Fórmula 1, nunca más volvió a  participar de una carrera en Le Mans.

El día de la catástrofe

Las 24 horas de Le Mans es, sin duda, la carrera de resistencia más prestigiosa del automovilismo a nivel mundial y se disputa desde 1923. En la edición del año 1955 tenía a Juan Manuel Fangio como gran candidato. El balcarceño pretendía que la prueba tuviera otro ganador argentino debido a que en 1954 el vencedor había sido el argentino José Froilán González.

Más de 300.000 fanáticos poblaban las tribunas del circuito de La Sarthe, a unos 200 kilómetros al suroeste de París, cercano a la ciudad de Le Mans. La largada había sido puntual, fue a las cuatro de la tarde y desde la primera vuelta de Carrera había quedado en claro que el inglés Mike Hawthorn (con Jaguar) y el argentino Fangio (con un Mercedes Benz 300 SLR) estaban dispuestos a pelear rueda a rueda.

Durante 35 vueltas se intercambiaron las primeras posiciones y batiendo sucesivamente sus récords. El promedio de velocidad era impresionante, para ese año, por encima de los 190 kilómetros por hora, y en las rectas llegaban a los 280 kilómetros. Hawthorn corría con toda la adrenalina de sus 25 años; el Chueco, con toda la sabiduría y experiencia de sus casi 44 años. Era tanta la competitividad que había entre ambos que  Ya le habían sacado una vuelta de ventaja al resto de los competidores.

El británico, probablemente preocupado por el ritmo que traía Fangio, quería perder el menor tiempo posible para recargar combustibles (en ese entonces, los boxes estaban pegados a la pista, sin ningún tipo de separación). Tras superar al Austin Healey 100S de su compatriota Lance Macklin, prácticamente clavó los frenos y se tiró hacia la derecha para el reabastecimiento. Macklin, sorprendido, giró a la izquierda para no impactarlo. Apenas metros atrás venía Pierre Levegh quien, en el intento de esquivarlo, se abrió aún más para el mismo sector, mientras que Fangio, que circulaba a más de 260 kilómetros por hora, empezó a zigzaguear para no chocarlos, se aferró fuerte al volante, no frenó y se encomendó a su suerte. Más tarde, comprobaría varios raspones en la carrocería y un faro roto en su Mercedes.

A pesar del intento de evitar el choque, Levegh golpeó de atrás al Austin de Macklin, la rueda derecha de su Mercedes se montó sobre el guardabarros izquierdo del británico, provocando que saliera despedido hacia las tribunas, pasando por encima de un montón de tierra. Hawthorn, al ver el accidente, finalmente decidió no parar en boxes, mientras que el auto de Macklin quedó semi-destruido en el centro de la pista, tras impactar con los boxes.

Testigo privilegiado

El periodista argentino Federico Kirbus, presente en el día del accidente, escribiría años después. “La confusión es tremenda. La nafta del coche de Levegh arde e inunda parcialmente la pista. El humo envuelve toda la escena. Pero nadie sabe aún quién es el que realmente ha sufrido el accidente. Por la hora de paso y el color del coche (blanco) se presume y se asegura al principio que fue Fangio. Nadie lo ha visto pasar (cruzó el escenario en medio del maremágnum)…. Escucho y veo una explosión como de una gran cantidad de magnesio, de ese que usaban los fotógrafos de antes para el flash. Pum. Al ver el fuego y el humo se me ocurre que al reabastecerse de combustible alguna de las máquinas pudo haberse declarado un incendio, como tantas veces ha ocurrido en boxes... Desde lo alto de la pared de separación entre recinto y estacionamiento observo una escena macabra: en el suelo yacen los cuerpos de una veintena de personas; por todas partes están desparramadas ropas, zapatos, diarios, botellas, sillas. Gente que llora. Niños que gritan. Mujeres que corren… Aún no me percato del todo que yo mismo podría estar yaciendo allí. Por donde pasó volando el motor del Mercedes yo había pasado dos, tres minutos antes”.

En las pocas imágenes que existen del accidente, se puede apreciar que el Mercedes de Levegh pareció explotar en el aire, el cospit donde se ubica el piloto, cayó sobre la pista, donde el francés murió por el impacto y no por quemaduras. El motor junto con varias piezas del chasis salieron disparados hacía el público dejando a su paso una cantidad de sangre y muerte. “La gente iba cayendo como fichas de dominó”, relataba otro periodista.

Aunque todavía al día de hoy resulta incomprensible, la carrera no se detuvo. Los organizadores argumentaron que si se hubiera suspendido, la desconcentración del público habría dificultado la salida de las ambulancias con los heridos…

El binomio Fangio-Stirling Moss fue estirando la distancia sobre la pelea de  Hawthorn-Ivor Bueb, que pasada la medianoche caía al tercer lugar. No obstante ya nada era igual. A las cuatro de la mañana, tras diez horas de competencia, desde las oficinas de Sttutgart, sede de Mercedes Benz, llegó la orden de que los dos autos oficiales (Fangio-Moss y Karl Ling-André Simon), que entonces iban al frente, se retiraran de la carrera, con el  pensamiento de que los otros equipos los imitarían, Lo cual fue un Error. Hawthorn-Bueb continuaron con sus Jaguars de color verde hasta el final de las 24 horas, ganando la carrera y ¡hasta descorcharon champagne en el podio!

¿Hubo responsables?

Pese a la catástrofe, no hubo una investigación oficial y los hechos se consideraron “un accidente de carrera inevitable”. La mayoría de los especialistas concuerdan en que la maniobra de Mike Hawthorn, quien inesperadamente frena para tirarse hacia los boxes, había sido el disparador de ese accidente; el británico nunca reconoció haber cometido tal error.

También están quienes aplican a Mercedes Benz parte de la responsabilidad ya que Pierre Levegh (al morir tenía 49 años) no estaba capacitado para dominar una máquina de semejante potencia y durante tantas horas. Esto es porque al momento del impacto viajaba a 210 kilómetros por hora y no supo reaccionar para poder evitar el choque o al menos, minimizar los riesgos.También están quienes aplican a Mercedes Benz parte de la responsabilidad ya que Pierre Levegh (al morir tenía 49 años) no estaba capacitado para dominar una máquina de semejante potencia y durante tantas horas. Esto es porque al momento del impacto viajaba a 210 kilómetros por hora y no supo reaccionar para poder evitar el choque o al menos, minimizar los riesgos.

Como suelen ocurrir en las tragedias, recién después de que se produzcan, se toman las medidas para que no vuelva suceder. A partir de entonces se modificaron las ubicaciónes e ingresos a boxes. Aunque hoy nos parezca increíble, los autos de competición de aquella época, no tenían cinturones de seguridad. Levegh, por ejemplo, salió despedido de su vehículo; los pilotos decían que no querían quedar “amarrados” a la carrocería en el caso de un incendio, ya que tampoco se usaban trajes ignífugos. Y los cascos apenas si llegaban cubrír la parte superior de la cabeza.