Boca Juniors ya es el campeón argentino. A falta de una fecha, el Xeneize le ganó a Tigre por 1-0 en la Bombonera, mismo escenario que albergó el primer partido de este interminable torneo de 30 equipos, en el cual el conjunto de Rodolfo Arruabarrena doblegó a Olimpo de Bahía Blanca por 3-1.

En aquel partido, el primer tanto lo hizo Fernando Gago; hoy, ese gol es el primero del campeón y lo concretó un mediocampista central, que no pudo decir presente en estos últimos partidos debido a la grave lesión que sufrió en el último Superclásico con River Plate. Su lugar, lo ocupó un chico de 19 años: Andrés Cubas.

Esta información podría parecer irrelevante, pero hay que ver más allá de lo que se ve para encontrar las claves de un equipo que no jugó bien, pero aún así encontró un equilibrio ideal para aguantar el encuentro más determinante del semestre. Y es que Cubas realizó un trabajo impagable desde el silencio, siendo la figura destacada del choque y generando los ataques de Boca.

El título de esta nota es una suerte de honor a este chico de 19 años que es, por lejos, uno de los mejores proyectos del fútbol argentino (lamentablemente, ocupa la misma posición que la otra gran promesa Matías Kranevitter, de River). Tanto él como Rodrigo Bentancur dan una gran ilusión a la gente de Boca, que quiere tenerlos para sí por mucho tiempo más.

Yendo a los demás puestos, Agustín Orion fue un espectador de lujo del partido, bostezando en cada uno de los cuatro remates que tuvo Tigre en todo el partido. La línea de fondo tampoco sufrió, llegando incluso a defender sólo con dos debido a las subidas de Gino Peruzzi y Luciano Monzón (autor del gol). 

Esta condición de casi sobrantes para la zaga xeneize se debe, además de a la incapacidad ofensiva del Matador, a la gran franja media del local. En ella, Cubas estaba muy bien acompañado con Nicolás Lodeiro, de actuación excelente, Pablo Pérez, con algunos flashes de gran juego, y Marcelo Meli, más adelantado de lo normal. Bentancur y Nicolás Colazo, otros de los jóvenes de la casa, ingresaron en el segundo tiempo.

La ofensiva es la línea que más fácil sale a la memoria del DT: Jonathan Calleri encontró en Carlos Tévez (o viceversa) al socio ideal. Ya sea por virtud del experimentadísimo Apache o por una cuestión natural, ariete y referencia se entienden a la perfección y han dado más de una alegría a la gente de La Boca.

Con todos estos elementos, la victoria de Boca se gestó desde el conrol de la pelota (61% de posesión) y la generación de juego del mediocampo, juntándose mucho con la ofensiva. Este movimiento ascendente en el campo hizo que los laterales se vieran obligados a llegar con mucha constancia al área rival, permitiendo, así, el gol de uno de ellos, Monzón, tras un tiro de esquina.

Merecido ganador Boca; aún sin jugar bien, desde lo táctico fue un partido perfecto, demostrando que un campeón no se hace sólo desde los nombres propios, sino desde la buena inclusión de estos y la conexión entre sí de todos los miembros del equipo.