El Virrey es Carlos Bianchi. Nadie tiene dudas de ello, ni de que el ex goleador de Velez fue el mejor técnico que tuvo el banco de suplentes de la Bombonera. Pero su predecesor en la cima de la élite de entrenadores del xeneize se merece el mismo respeto y adoración, ya que fue quien empezó a crear la ruta que después recorrería el glorioso equipo de principios de siglo.

El Toto Lorenzo llegó al club de la Ribera en el año 1976 y en solo tres años se convirtió en ídolo. Ya había tenido un breve paso como jugador con la camiseta azul y oro, entre 1945 y 1947, donde no brilló por tener que ocupar el lugar del histórico Severino Varela, pero tampoco desentonó. Sin embargo tuvo revancha tres décadas después cuando llegó para reemplazar a Rogelio Antonio Dominguez, en una época en la que la estabilidad de los DTs era mínima, con 8 entrenadores en 10 años, sin contar interinatos. Sus primeros 12 meses fueron gloriosos, alzandose con el Nacional y el Metropolitano 1976, pero 1977 sería aún mejor.

El 14 de septiembre de ese año Boca ganaría su primera Copa Libertadores, venciendo a Cruzeiro por penales en la final y tras haber dejado a River afuera en la primera ronda. Por la negativa del Liverpool de jugar la Copa Intercontinental, el rival fue el Borussia Monchengladbach. Tras el empate 2-2 en La Bombonera en marzo de 1978, la vuelta en Karlsruhe a jugarse en agosto parecía complicada, pero el xeneize liquidó el partido en menos de 40' gracias a los goles de Felman, Mastrángelo y Salinas a los 3', 30' y 36' respectivamente.

En noviembre, solo 4 meses después de ganar en Alemania, se volvería a alzar con el torneo continental más importante de América al vencer 4-0 a Deportivo Calí en La Bombonera. En esa edición de la Copa, también dejó afuera a River, está vez en la segunda fase y tras ganarle 2-0 en el Monumental. En 1987 tuvo una segunda etapa, pero tomó el mando de un barco con demasiados agujeros para que tape un solo hombre, la situación institucional era insalvable.

''A todos nos gusta comer fideos con tuco, pero a veces hay que comerlos con aceite''. Sus equipos se armaban de atrás para adelante, y no le hacía asco a ganar sin deslumbrar desde el juego. Ganador, personaje y formador, un técnico que puso por primera vez la camiseta azul y oro en la cima del mundo, y que hoy hace dos décadas y media se fue a dirigir a las estrellas que ya no nos acompañan.