Ganar, golear y gustar son los tres objetivos que tienen los equipos de fútbol. El xeneize ayer consiguió los tres y demostró por que es el único puntero desde hace casi seis meses.

Ya a los cuatro minutos se puso arriba en el marcador, con una asistencia de Cristian Pavón para Darío Benedetto, reivindicándose por aquel infame pase que no le dio contra Patronato. En la jugada del primer gol fue clave la participación del recuperado Fernando Gago, quien se encargó de romper líneas aprovechando la velocidad del extremo cordobés. Poco después llegó el segundo tanto, esta vez en gran parte gracias a Wilmar Barrios, que peleó dentro del área para no perder la pelota que le dio Gino Peruzzi y asistió al goleador azul y oro para que consiga su doblete y se suba a la cima de la tabla de goleadores del campeonato.

Otro cordobés que tuvo una tarde para el recuerdo fue Gonzalo Maroni. El joven tuvo su primer partido como titular y no desentonó en ningún momento. Aportó cambio de ritmo y gambeta, algo que le faltaba al equipo desde la salida de Ricardo Centurión. Su sombrerito seguido de un exquisito caño probablemente termine siendo el lujo del año en el fútbol argentino. Y, además, tuvo premio con su gol, el primero de un volante en el campeonato para los dirigidos por Guillermo Barros Schelotto.

Defensivamente hubo poco contra lo cual pelear. La asignatura desaprobada es la pelota parada, que fue la vía por la que llegaron los pocos sustos del conjunto de Sarandí, pero fuera de eso los cuatro de abajo y Agustín Rossi supieron desactivar los pocos ataques peligrosos de la visita.

Un partido completo en toda la cancha. El nueve la metió, el otro delantero asistió, el cinco jugó e hizo jugar, el diez fue lujoso y convirtió, los otros dos volantes centrales corrieron todo y fueron criteriosos y la defensa mantuvo su segunda valla invicta al hilo. A pesar de lo poco que generó Arsenal, último en el campeonato y con el descenso pisándole los talones, Boca no se equivocó. Ganó, goleó y gustó.