Independiente fue superior a Libertad. A pesar de ser visitante, fue quien llevó las riendas del partido, tuvo la pelota y buscó los caminos para llegar al gol. Pero todo esto luego de medio minuto fatal: los locales se pusieron en ventaja a los 28 segundos y desde allí pudieron hacer lo que mejor saben. La última línea salió a jugar dormida un partido importante y eso en estas instancias, se paga caro. Con ese error, Independiente propició que su rival sólo se preocupe en defender la ventaja. Libertad sólo recibió dos goles en siete partidos de Copa Sudamericana, y aún no conoce la derrota.

Después de aquel medio minuto fatal, hubo otro pequeño lapso en el que la defensa no hizo pie. Los locales pudieron ampliar la ventaja. Pero llegado el cuarto de hora, el Rojo despertó, comenzó a jugar y así superó a su rival. No hubo necesidad de ajustar aquella línea de cinco que tantos problemas tuvo en los minutos iniciales. Nicolás Tagliafico demostró por qué lleva la cinta de capitán, y en los peores minutos de su compañero, se hizo firme en el anticipo por arriba y por abajo para luego comenzar a elaborar los ataques. Tuvo en su costado izquierdo a Juan Sánchez Miño en un nivel pletórico. Cada avance por aquel sector llegaba hasta los metros finales.

Independiente dio una muestra de carácter: si bien cometió el grave error de dar esa ventaja al inicio, luego se sobrepuso e hizo lo que sabe. No se crearon tantas situaciones como en anteriores oportunidades, sí hubo algunas claras en las que el empate estuvo cerca. Y Libertad, más allá del gol, no volvió a inquietar. Se conformó con la ventaja a sabiendas de que es un equipo acostumbrado a sufrir, jugar al límite, defender muy bien en los últimos metros. Su área es su fortaleza y así lo ha demostrado en esta Copa.

Y justamente, el área que tan bien defiende Libertad es el principal déficit de Independiente. Al equipo de Ariel Holan le cuesta resolver el último toque. La muestra de ello es que Sanchez Miño llegó al borde del área una y otra vez, pero a la hora de enviar el centro, casi siempre ganaron los defensores.

La derrota deja bronca por haber regalado ese minuto que resultó fatal, y también por el hecho de merecer el empate. Pero en estas instancias no hay excusas e Independiente ya debe mentalizarse en la revancha consciente de que superó al rival. Vaya paradoja, sólo le falta lo más importante: convertir. En Avellaneda, con el mismo carácter, igual idea de juego y algo más de acierto en los metros finales, es posible revertir la situación. No será fácil porque el rival es casi un especialista en materia defensiva, pero Independiente sabe que puede. Y esa convicción es un paso necesario para buscar el pasaje a la final.

El gol de Tacuara: