Se levanta temprano, prepara el café y comienza su día. Una vez más se encuentra el hincha de Godoy Cruz leyendo el diario matutino y por detrás, se alcanzan a escuchar las voces técnicas especialistas de aquellos locutores que relatan las últimas noticias de los clubes mendocinos. Se acomoda en su silla. Ya sentado, ojea lentamente cada hoja para leer lo que él espera en su ilusión más profunda: "Novela ''casi'' terminada para Santiago García, que se queda en Godoy Cruz" para empezar con buen ánimo la semana. Con buen ánimo, porque así se siente todo aquel que pertenece a la comunidad bodeguera.

Termina su café, oscuro, pero con el aroma que invita a emprender el día expectante y optimista. Voltea, toma su campera y cierra la puerta con llave. Allí, paso tras paso, se asoma el vecino con la pregunta que nadie quiere escuchar: "¿Qué pasó con el Morro García? ¡Se va! ¿No?", esa pregunta, a la que sólo se le puede contestar con un mínimo gesto de desagrado, quizás con un tono sarcástico e irrisorio.

Y así, transcurre el día. Viviendo su rutina cotidiana, pero a su vez también viviendo el movido mercado de pases del "Morro". Viviéndolo, como una montaña rusa de emociones en el que sólo espera que termine lo más pronto posible, antes de seguir aterrorizado por los nuevos caminos que le espera la vida, preguntándose, también, ¿Cómo alguien puede ser dueño de tal carisma y encanto para apropiarse para siempre de nuestros corazones albiazules?

 


Vuelve a su casa, ya, frustrado ante la posibilidad de que en algún momento el jugador uruguayo se vaya del club que lo acobijó desde el año 2016. En su cabeza, resuena una canción muy conocida que contiene una frase por la cual se siente atraído: "Quisiera que esto dure para siempre, casi tanto como una eternidad..." y qué identificado se siente cada vez que recuerda esa melodía. Tan sólo quiere cerrar los ojos y memorar cada festejo de gol, cada abrazo cargado de euforia, porque no podría imaginar un mundo sin el número 18.