Sorpresivo, inesperado e inimaginable son algunos de los adjetivos que podrían utilizarse para describir el año del tenista Roger Federer. El suizo, de 32 años, está viviendo el peor momento en sus quince años de carrera en el circuito, dejando los primeros puestos en el ranking mundial y bajando su nivel en una forma contundente, atraviesa con dificultades una temporada en la que se le acabaron las certezas. El ex número uno comenzó este año como cualquier otro, con grandes expectativas y desafíos por delante, pero nunca pensó lo que sucedería

Federer inició el año en la segunda posición del ranking mundial y a tan solo 2000 puntos de diferencia del serbio Novak Djokovic, quien lideraba el Ranking. Con este panorama, dio a conocer su calendario, el cual era bastante acotado comparado con los años anteriores, con las novedades que descartaba su participación en la Copa Davis y en los Masters 1000 de Miami y Montecarlo. 

El suizo hizo su debut en el Abierto de Australia, donde debía defender las semifinales alcanzadas en 2012, y con una gran solidez en su juego lograba ilusionar a todo Melbourne con la posibilidad de alzarse con el título por quinta vez. De esta manera inició su año derrotando sin muchos problemas a Paire,Davydenko, Tomic y a, la promesa canadiense Raonic para avanzar a los cuartos de final donde enfrentó a Jo-Wilfried Tsonga, venciéndolo en un desgastante partido demostrando su gran momento físico y mental logrando de esta manera  alcanzar  las semifinales del Abierto de Australia. En tal partido enfrentó a Andy Murray, donde tras cinco extensos sets el británico  se llevó el acceso a la final. En tanto que Federer acusó el cansancio y el desgaste físico del partido anterior. 

Luego del traspié en Australia, Federer tenía un duro calendario ya que debía defender los títulos de Rotterdan y del Masters 1000 de Indian Wells. En el primero de los torneos, tuvo una gran actuación en sus encuentros hasta toparse en cuartos de final con el francés Julian Benneteau quien lo sorprendería y lo derrotaría en dos sets. En tanto que en Indian Wells su actuación no sufriría muchos cambios, ya que avanzaría sin problemas de ronda hasta llegar a los cuartos de final donde se enfrentó con el español Rafael Nadal, quien estaba en pleno regreso al circuito. En aquel partido el suizo no mostro un gran desenlace, mientras que el nacido en Manacor aprovecho al máximo su gran nivel tenístico y se llevo el duelo en dos sets.

Con este panorama, Federer necesitaba levantar su nivel en las próximas presentaciones, y a la vez tenía otro desafío más, el cual era recuperar la segunda posición el ranking mundial. Tras su no participación en el Masters 1000 de Miami, el británico Andy Murray lo sobrepasó en el ranking, dejándolo así en la tercera ubicación. En su regreso el suizo participó del Masters 1000 de Madrid, donde no logró un buen torneo al caer derrotado en octavos de final ante Nishikori. Mientras que en el siguiente torneo, mostró un rendimiento diferente al llegar a la final de Roma sin ceder siquiera un set, a pesar de que en la definición cayó ante el español Nadal,  demostró un cambio en su juego. 

Luego llegó Roland Garros, el segundo Grand Slam del año y el cual Federer ganó en 2009 tras tres finales consecutivas perdidas. En aquel torneo venció a Busta, Dewarman y a Benneteau sin mayores inconvenientes, en tanto que cuarta ronda batalló para ganarle al local Simon llevando el encuentro a cinco sets. De esta manera se clasificó a los cuartos de final donde volvía a verse las caras con Tsonga, quien esta vez sería quien se alzara con el triunfo en tres contundentes parciales dejando así al suizo fuera de los primeros lugares del torneo.

Ya en la antesala de Wimbledon, fue en busca de su sexta corona en el ATP de Halle. Allí  tuvo una gran actuación y logró llevarse su primer título en la temporada para llegar de la mejor manera posible a Londres. En dicho torneo, Roger debía defender el título, aunque decepcionó a todos tras perder sorpresivamente en segunda ronda ante el 116° del mundo Stajovski. Con esta derrota, puso fin a una serie de 36 toneos de Grand Slam consecutivos en los que el suizo alcanzó los cuartos de final y además, debió abandonar la tercera posición en el ranking mundial para ubicarse en quinto lugar, el cual era su peor ubicación desde junio del 2003.

Luego de la caída en Wimbledon, Federer al no conseguir los resultados esperados decidió afrontar lo que restaba del año con una nueva raqueta, cambiando de aro de 90 pulgadas a un aro de 98 pulgadas medida que  es  utilizada  por la mayoría de los tenistas. Cabe señalar que con el aro de menor tamaño consiguió obtener la cifra de 77 títulos de ATP.

El tenista de 32 años reconoció no estar pasando por un buen momento y por ello agregó a su calendario los ATP de Hamburgo y Gstaad. El primero de estos torneos fue el elegido para hacer el debut de su nueva raqueta, en dicho torneo clasifico sin mayores inconvenientes hasta las semifinales, donde debió despedirse tras perder en forma inesperada  ante el argentino Federico Delbonis. Tras no poder triunfar en Alemania, su próximo destino fue Suiza, donde era local, allí volvió a defraudar al publico al caer derrotado  en su debut frente a Daniel Brands.

El suizo comprobó que a su edad ya no era momento para realizar grandes modificaciones y por ello, decidió darle fin a su nueva raqueta para volver a la anterior, con la cual consiguió coronarse como el máximo ganador en la historia de los Grand Slam.  Federer había probado con una raqueta de aro más grande en los torneos de Hamburgo y Gstaad, dos torneos en los que estuvo lejos de mostrar su mejor tenis y en los que los resultados fueron decepcionantes. Tal motivo fue suficiente para dar marcha atrás a su cambio, ya que esperaba poder culminar el año de la mejor manera posible.

Posteriormente llegaba el anuncio de la baja del ex número uno del mundo en el Masters 1000 de Montreal, no dando explicaciones de esta decisión. Luego de este parate decidió volver a las canchas en el Masters de Cincinnati siendo el campeón defensor, ganó sus dos primeros encuentros hasta alcanzar los cuartos de final donde se enfrento con su eterno rival Rafael Nadal, quien en un partido sumamente parejo lo venció en tres sets. Al culminar este torneo el suizo volvió a sufrir modificaciones en su ranking, cayendo dos lugares para ubicarse en la séptima posición, puesto en el que no se ubicaba tras más de una década.

Tras tantas caídas llegaba la hora de la verdad, el US Open. En el último Grand Slam, Federer tenía la posibilidad de remediar su mal año pudiendo volver a mostrar su juego que tanto nos cautivó año tras año. En este torneo, Roger venció con gran categoría y contundencia a Zemlja, Berlocq y Mannarino, clasificando a los octavos de final sin ceder un solo set. Con este panorama enfrentaba al español Robredo, quien se impuso en tres sets sorprendiendo al suizo y a todo el mundo tenístico, ya que el quíntuple campeón en Nueva York llegaba con una solidez, precisión y confianza con la que se esperaba otro resultado.  De esta manera debió despedirse de Flushing Meadows en cuarta ronda por primera vez en diez años, dejando desilusionados a todos los espectadores por no alcanzar los primeros lugares en el torneo.A pesar de su decepcionante presentación en el US Open, ha alcanzo avanzar un puesto en el ranking desplazando de la sexta posición a Juan Martín del Potro.

Este sin lugar a dudas ha sido el peor año de Federer en mucho tiempo, pero a pesar de la difícil temporada el suizo no tira la toalla y promete recuperar el puesto que ahora tiene Novak Djokovic. Mientras que a la hora de hablar del retiro  no se da por aludido ya que declaró que piensa jugar al menos tres años más y hasta confirmó  su presencia en los Juegos Olímpicos de Brasil 2016.

El interrogante del mundo del tenis pasa por saber si el ex número 1 volverá a mostrar su mejor nivel, si bien sabemos de su fortaleza ante las adversidades sufridas en el transcurso del año, tras su eliminación en el  Abierto de los Estados Unidos y la posibilidad de no alcanzar a participar del Master Cup del año 2013 la duda está más latente que nunca.