''Nacional, vos te has ganado el cariño de tu hinchada...'', precisó el argentino Eliseo Marchese para Los Caballetos del Tango en 1954, luego de que el Verde de la Montaña alcanzara su primera estrella en el fútbol profesional colombiano. 61 años después, y con dicha estrella hecha una constelación, la tonada no pierde vigencia. La historia ha sido testigo de un amor inexpugnable y eterno.

Un sentimiento del cual emanan estas cortas las palabras. Hoy el protagonismo no es de quien escribe, sino de quien induce a inmortalizar tan preciados recuerdos. Hoy el calendario se viste de verde para conmemorar las más heroicas efemérides. Hoy, 30 de abril de 2015, el fútbol celebra el sexagésimo octavo aniversario del nacimiento de un hito deportivo, del club más exitoso del país.

Una institución con 22 títulos oficiales en sus vitrinas, 17 de ellos locales y cinco que son prueba de sus foráneas conquistas. Con honor se precia de ser el único tricampeón liguero y exhibe la distinción del Rey de Copas en el balompié nacional. Su historia, nutrida de anécdotas de júbilo perpetuadas por sus más célebres ídolos, representa el aliciente ideal para aquellos que renuevan, a cada domingo, el encanto con su equipo del alma en el Atanasio Girardot.

Sin embargo, la fortuna no fue siempre su cómplice. De adversidades y otros demonios saltan a la memoria los más dolorosos traspiés, esos que, después de un trago amargo, se adhirieron a la piel para convertirse en la esencia de una escuadra con estirpe y dignidad deportiva. Los que hicieron de Atlético Nacional un experto en caer y levantarse con el único propósito de volver a intentarlo.

Ni la patada olímpica de Ángel María Torres que arrebató de sus manos el tiquete a la Copa Libertadores de 1979, ni el penal de Víctor Hugo Aristizábal que enmudeció a un estadio ávido por ser verdugo del Sao Paulo de Telê Santana ni mucho menos las dos finales de Copa Sudamericana perdidas despojan al Verdolaga de sus doradas vestiduras. Los cuantiosos dolientes que alguna vez lloraron hoy rememoran y sonríen ya que, pese a la derrota, ''se conforman porque saben que has perdido con honor''.

Cortas iban a ser las palabras, pero no hubiesen sido justas con la dimensión de tu grandeza. Una dedicatoria construida a base de relatos y de generaciones: El abuelo que tomó tinto con Fernando Paternóster, el padre que idolatró a César Cueto y los tíos que vieron con orgullo a la Tricolor plagada de verdes en Italia '90. Los hijos que hoy preservan la tradición familiar y que desde ya guardan un archivo en sus memorias para los desahogos del mañana.

Todo a expensas de un solo motivo, de un solo color, de una sola pasión. Por 68 años de glorias incansables y otras muchas décadas enmarcadas en triunfos notables y abrazos interminables. ¡A tu salud, Nacional! ¡Feliz cumpleaños!