Rodin Quiñones puede no ser el canterano más joven del equipo, ya que en mayo cumplió 22 años. Tampoco se trata de un novato que recién llegó a la primera, pues su debut se dio en el segundo semestre de 2013. Su nombre ya venía sonándole seguido a propios y extraños. De la mano de Reinaldo Rueda, el primer semestre de 2017 fue el de su consolidación definitiva. Su historia es la de un jugador que combina tesón y calidad, que cambió insultos por aplausos con la facilidad que solo tienen los que nacieron con magia en los pies.

Los resúmenes semestrales de cada jugador, muchas veces, se basan en la estadística. En este caso, solo será necesario mencionarlas al inicio. Esto ocurre porque no hay números que expliquen de forma veraz la forma en la que Rodin llegó al gran nivel con el que cerró el semestre. Rodin Quiñones jugó 12 partidos como titular y 3 como suplente, hizo 3 goles, dio 2 asistencias, llego a portería rival 24 veces, 7 veces acertó entre los palos, recibió y cometió el mismo número de faltas (22) y solo le sacaron 2 tarjetas amarillas.

Vamos, ahora sí, a la parte interesante de la historia. Rodin Quiñones, al inicio, no veía acción en el equipo. Su lugar era ocupado, inexplicablemente, por Jhon Édison Mosquera. Recién finalizando marzo pudo 'verle la cara a Dios' cuando entró desde el banco en la victoria 2-1 ante Deportivo Pasto. Dos semanas después volvió a entrar: ese día Nacional le ganó 2-0 a Envigado, también en el Atanasio. Una semana después fue titular en Neiva ante Atlético Huila, partido donde Nacional ganó 0-1. En los tres partidos su rendimiento fue discreto, ni bueno ni malo. El punto de giro de esta historia llegó tres días después.

Era 26 de abril y Atlético Nacional recibía en partido aplazado a Junior de Barranquilla. Al igual que en Neiva, Rodin fue titular. Ese día, Nacional jugó uno de sus partidos más flojos en Liga. El partido de Rodin fue especialmente flojo, perdiendo pelotas constantemente y mostrándose más nervioso que de costumbre. Nacional tuvo que esperar hasta la adición para ganarle a un Junior que estaba clavado en los últimos puestos de la tabla. El gran damnificado fue Rodin: con cada error suyo generaba un bufido general lleno de decepción. Con el pasar de los minutos, terminó recibiendo una avalancha de insultos y silbidos. Rueda, como buen papá, confrontó a la hinchada y se hizo matar por él en la rueda de prensa.

Una semana duró la indignación con Rodin. El 2 de mayo Nacional recibió a Estudiantes por Copa Libertadores, con la obligación de ganar para mantenerse con vida. Rueda, con la fe que puede tener un papá, lo puso en el once inicial. Y Rodin, como buen hijo, le respondió con altura: se comió la cancha ese día. El segundo gol, anotado por Dayro Moreno, nació de una jugada genial donde Rodin mandó a Dubarbier al Alto de Minas. El tercero, anotado por Ibargüen, nació de los pies de Rodin. El estadio, hasta hace unos días hostil, le regaló una lluvia de aplausos absolutamente merecida. 90 minutos le bastaron para cambiar la opinión de miles de hinchas inconformes.

De ahí en más, el rendimiento de Rodin fue subiendo cada vez más. Le hizo gol al DIM en el histórico clásico que Nacional pierde 4-3, luego le hizo otro a Jaguares en Montería en el 1-3 de cuartos de final. Llegó a la final ante Deportivo Cali y en la ida tuvo que salir a los 29'. La razón fue la descomunal violencia con la que la zaga caleña 'atendió' al juvenil. En el partido de vuelta se desquitó como mejor sabe: puso un gol y anotó otro. Su furioso remate puso el 5-1 que desató la locura generalizada y liquidó la llave para bordar la 16. Los que se rompían la garganta insultándolo ahora se rompen las manos aplaudiéndolo. Pasó de ser figurante esporádico a titular inamovible y, como ocurre tantas veces en el fútbol de este continente, se lo van a terminar llevando rápido.