Un día comenzando el siglo, Julio Comesaña y Rodrigo Tamayo buscaron al entonces presidente del Envigado FC en su oficina, ese día invitaban a Don Javier Velásquez a sacar de deudas y apuros al amor de su vida, al Deportivo Independiente Medellín y lo hizo a cabalidad. Sin embargo, jamás se esperaron que devolviera la sonrisa de la gloria al DIM, esa que ni Omar Orestes Corbata, Pareja o Eduardo Malasquez pudieron darle a un Medellín que sólo sabía de sonrisas de fidelidad tras grandes campañas que terminaban oscilando entre la frustración y el orgullo, pero nunca en la gloria.

"Vale más un presidente muerto que un presidente fugitivo". Al 'Viejo Querido', como se le conoció entre los hinchas del Poderoso un día se le ocurrió juntar en el mismo equipo a David Montoya, Amaranto Perea, John Javier 'Choronta' Restrepo, David González, Roberto Carlos 'Choto' Cortés y a un zurdo que decían que jamás iba a volver a jugar bien al fútbol, un tal Mauricio 'Mao' Molina; ese día cambió su historia, la de esos nacientes cracks y la de una hinchada que había olvidado la palabra "campeón" y que sólo ligaba su gloria a su fidelidad genuina. Desde allí Velásquez fue un astronauta que llevó a las estrellas a los fervientes hinchas rojos, los llevó a su nueva generación dorada y los triunfos fueron de gran valor y no menos festejados: "Vale más un presidente muerto que un presidente fugitivo" dijo Velásquez cuando le dijeron que por motivos de salud no era prudente ir a la final del 2002.

Hoy hay un luto rojo en un cielo ennegrecido, hay dolor en el alma poderosa tras la partida del dirigente más grande y laureado que tuvo el club más antiguo del fútbol colombiano; pero, más allá del dolor, la historia del Medellín siempre tuvo algo más, motivos para vivir y sonreir, para recordar. Hoy hay agradecimiento y celebración por la vida y obra de un caballero. No por haber traído al Poderoso al ídolo más grande de nuestra era, no por haber sacado campeón al Rojo después de 45 años de condena, tampoco por dejar al Medellín en el lugar continental que jamás soñamos tener y menos por aguantar juicios en contra por el Medallo, juicios injustificados y lógicamente derrotados por su honestidad. No es por nada de eso, Dios le pague don Javier Velásquez por la forma de conseguirlo, el cielo lo ganó hace rato con su transparente e inigualable trabajo, con esa forma fabulosa de lograr hacer feliz a una gente acostumbrada al sufrimiento.

Uno de los mejores momentos del dirigente deportivo, cuando salió campeón con el DIM en 2004-I | Foto: Dale Rojo

Doy gracias a Dios por haberlo visto en vivo, por los detalles que tengo, gracias a mi tía, venidos de sus manos, por vivir los tiempos del único presidente honorífico del DIM, aquel que cumplía lo que decía, que con voz paternal aconsejaba a hinchada y jugadores logrando una inigualable comunión entre ambos ejes del club, aquel al que respetaron y admiraron todos sus empleados en las empresas que con honestidad y loable servicio presidió en sus 80 años; ese presidente histórico al que no le aguantó más el corazón porque nos lo dejó completo a nosotros, su hinchada, que con ese corazón de hierro seguiremos alentando al Poderoso. Gracias a Dios fueron varios homenajes y se le hicieron en vida, como debe ser, como usted lo mereció y como sólo lo sabe hacer esta hinchada agradecida. Dios le pague eterno presidente, los herederos de la pasión poderosa sabrán del eterno nombre de Don Javier Velásquez. Dios lo tenga en su gloria 'Viejo Querido'.